5/10/2019, 19:48
« ¿Eh? » — En un abrir y cerrar de ojos, tres dardos se clavaron en su pecho y abdomen. Su cuerpo cayó y entonces decidió no contestar a ninguna de los movimientos que Juro le mandaba.
Desde el suelo, observó como la figura del Señor Feudal había desaparecido. Ante ellos había... algo.
— Aaaaa... — dijo, contestando al murmullo que su propio compañero había exhalado, hace escasos segundos. Él había caído, aunque ningún dardo le había rozado. Veneno, supuso. Habían envenenado el té y los dardos. Debía de ser algún veneno muscular, porque su conciencia seguía activa, pero su cuerpo no le respondía.
Su cerebro llegó a la única conclusión posible que pudo realizar: era uno de los soldados de Kurama. Había venido a por él.
Todo estaba ocurriendo demasiado deprisa. Juro intentó escucharle, pero no entendía nada de su discurso acerca de ser nadie. Su voz era...¿Qué era? No podía mirarle, no podía ver su rostro, y tampoco identificar nada sobre aquel ser.
El hombre se llevó a Yota. Gritos. Dolor. ¿Eso eran apuñaladas? Dios mio. Dios mio. Dios mio.
— AaaaAaaAAAaaa — Era incapaz de decir nada. Sentía ganas de llorar. Su amigo. ¿Dónde estaba su amigo?.
Sintió un agarre. Aquel ser se lo llevaba. No sabía a dónde, pero claro que podía imaginar por qué. Aquel monstruo que llevaba dentro. Aquel puñetero Bijuu al final le había llevado a su muerte. Yota también debía de estar muerto. Estaba solo (otra vez), y se lo llevaban. Nadie sabría de su desaparición hasta dentro de un tiempo, y para entonces, sería tarde.
« No... no quiero » — pensó para sí. De su boca solo salían balbuceos estúpidos e incontrolados. No quería irse. No quería que lo alejaran de Yota, estuviera donde estuviera. Quería ver el cuerpo de su amigo. Quería disculparse por todas las estupidas discusiones que habían tenido.
Quería que los dos volvieran a casa.
Pero ya era tarde para eso. Se lo llevaban.
Desde el suelo, observó como la figura del Señor Feudal había desaparecido. Ante ellos había... algo.
— Aaaaa... — dijo, contestando al murmullo que su propio compañero había exhalado, hace escasos segundos. Él había caído, aunque ningún dardo le había rozado. Veneno, supuso. Habían envenenado el té y los dardos. Debía de ser algún veneno muscular, porque su conciencia seguía activa, pero su cuerpo no le respondía.
Su cerebro llegó a la única conclusión posible que pudo realizar: era uno de los soldados de Kurama. Había venido a por él.
Todo estaba ocurriendo demasiado deprisa. Juro intentó escucharle, pero no entendía nada de su discurso acerca de ser nadie. Su voz era...¿Qué era? No podía mirarle, no podía ver su rostro, y tampoco identificar nada sobre aquel ser.
El hombre se llevó a Yota. Gritos. Dolor. ¿Eso eran apuñaladas? Dios mio. Dios mio. Dios mio.
— AaaaAaaAAAaaa — Era incapaz de decir nada. Sentía ganas de llorar. Su amigo. ¿Dónde estaba su amigo?.
Sintió un agarre. Aquel ser se lo llevaba. No sabía a dónde, pero claro que podía imaginar por qué. Aquel monstruo que llevaba dentro. Aquel puñetero Bijuu al final le había llevado a su muerte. Yota también debía de estar muerto. Estaba solo (otra vez), y se lo llevaban. Nadie sabría de su desaparición hasta dentro de un tiempo, y para entonces, sería tarde.
« No... no quiero » — pensó para sí. De su boca solo salían balbuceos estúpidos e incontrolados. No quería irse. No quería que lo alejaran de Yota, estuviera donde estuviera. Quería ver el cuerpo de su amigo. Quería disculparse por todas las estupidas discusiones que habían tenido.
Quería que los dos volvieran a casa.
Pero ya era tarde para eso. Se lo llevaban.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60