6/10/2019, 16:52
Abandonaron Tane-Shigai. Avanzaron. El marionetista nunca había sido conocido por sus habilidades de orientación, pero, en ese momento, centró toda su atención en tratar de descubrir hacia donde le llevaban: era lo único que podía hacer. Esquivaban troncos y setas gigantes. Juro supuso que estaban cruzando el Bosque de los Hongos. Probablemente abandonarían el país pronto. O al menos, eso suponía él. Quizá le llevaba con Kurama a su propia base.
En todo el viaje no pudo hacer nada más que balbucear por lo que se mantuvo en silencio. De nada servía dirigirse a aquella misteriosa figura que le llevaba sin escrúpulos hacia el lugar.
El tiempo pasó. Para su sorpresa, cuando ya amanecía, llegaron a las Cascadas del Mar. El efecto del veneno se estaba disipando para entonces, pero no lo suficientemente rápido: por más que trataba de mover sus articulaciones, no podía desplazar más que la punta de sus dedos. Se sentía completamente indefenso ante esa figura.
Se adentraron en una cueva misteriosamente preparada. Aquella criatura dejó a Juro reposando en la pared de una sala pétrea, de un tamaño considerable. Le inmovilizó las muñecas con unas esposas supresoras de chakra. Estaba atado en todos los sentidos.
« Si solo puedo quedarme con un rasgo de él. Con algo que lo identifique... » — Pero su concentración y sus esperanzas fueron en vano. Por más que lo miró, en cuanto se dio la vuelta, olvidó todo respecto a su rostro. Era una sombra, un ser invisible para él. Algo que se le hacía tan antinatural que le daba escalofríos.
—Pronto esta sensación desagradable pasará y serán otros los que dicten tu destino. Mi trabajo ha terminado.
Quiso preguntarle. ¿Por qué haces esto? ¿Qué es lo que ganas? Pero no fue capaz. Le faltaban las fuerzas para hacer cualquier cosa. Juro dudó que aquella cosa se fuera a volver para contestarle, tampoco. Parecía que su trabajo había terminado.
« Tengo que irme. Tengo que salir de aquí » — Nadie sabía su paradero. ¿Yota? Muerto. El resto de Kusagakure estaba sin noticias, y nadie más sería capaz de encontrarle. Si tan solo hubiera una forma de localizarle...
Pensó fugazmente en Datsue y en su sello. Si pudiera mandarle un mensaje, al menos. Una forma de que sepa lo que ha pasado, quizá hubiera una esperanza. Pero para activar el sello, necesitaba concentrarse y aplicar chakra, y dudaba que pudiera hacerlo en la forma en la que se encontraba ahora. Le habían esposado y estaba inmóvil.
Trató de sacar fuerzas y luchar contra la droga. Intentó impulsar sus piernas para moverse. Tenía que irse de ahí antes de que llegara quién quiera que fuese. Tenía que salir de aquella cueva.
En todo el viaje no pudo hacer nada más que balbucear por lo que se mantuvo en silencio. De nada servía dirigirse a aquella misteriosa figura que le llevaba sin escrúpulos hacia el lugar.
El tiempo pasó. Para su sorpresa, cuando ya amanecía, llegaron a las Cascadas del Mar. El efecto del veneno se estaba disipando para entonces, pero no lo suficientemente rápido: por más que trataba de mover sus articulaciones, no podía desplazar más que la punta de sus dedos. Se sentía completamente indefenso ante esa figura.
Se adentraron en una cueva misteriosamente preparada. Aquella criatura dejó a Juro reposando en la pared de una sala pétrea, de un tamaño considerable. Le inmovilizó las muñecas con unas esposas supresoras de chakra. Estaba atado en todos los sentidos.
« Si solo puedo quedarme con un rasgo de él. Con algo que lo identifique... » — Pero su concentración y sus esperanzas fueron en vano. Por más que lo miró, en cuanto se dio la vuelta, olvidó todo respecto a su rostro. Era una sombra, un ser invisible para él. Algo que se le hacía tan antinatural que le daba escalofríos.
—Pronto esta sensación desagradable pasará y serán otros los que dicten tu destino. Mi trabajo ha terminado.
Quiso preguntarle. ¿Por qué haces esto? ¿Qué es lo que ganas? Pero no fue capaz. Le faltaban las fuerzas para hacer cualquier cosa. Juro dudó que aquella cosa se fuera a volver para contestarle, tampoco. Parecía que su trabajo había terminado.
« Tengo que irme. Tengo que salir de aquí » — Nadie sabía su paradero. ¿Yota? Muerto. El resto de Kusagakure estaba sin noticias, y nadie más sería capaz de encontrarle. Si tan solo hubiera una forma de localizarle...
Pensó fugazmente en Datsue y en su sello. Si pudiera mandarle un mensaje, al menos. Una forma de que sepa lo que ha pasado, quizá hubiera una esperanza. Pero para activar el sello, necesitaba concentrarse y aplicar chakra, y dudaba que pudiera hacerlo en la forma en la que se encontraba ahora. Le habían esposado y estaba inmóvil.
Trató de sacar fuerzas y luchar contra la droga. Intentó impulsar sus piernas para moverse. Tenía que irse de ahí antes de que llegara quién quiera que fuese. Tenía que salir de aquella cueva.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60