6/10/2019, 17:05
—Hola, Juro-kun —dijo Yubiwa, sonriente—. Cuánto tiempo.
Senju Yubiwa estaba algo cambiado, pero seguía siendo el de siempre. Su rostro era algo más enfermizo, y tenía la piel más pálida y unas ojeras pronunciadas. Pero aquellos anulares ojos dorados marcaban una diferencia en Oonindo, igual que sus pobladas cejas turquesa. Vestía con una túnica blanca y larga, y unos guantes y botas de color negro. La llevaba abierta, y debajo portaba un yukata y unos pantalones totalmente negros. Colgado del cinturón, blanco, llevaba una bandana con la tela también negra y una placa shinobi.
Solo que esta placa llevaba grabado un copo de nieve, no la hierba de Kusagakure.
Senju Yubiwa estaba algo cambiado, pero seguía siendo el de siempre. Su rostro era algo más enfermizo, y tenía la piel más pálida y unas ojeras pronunciadas. Pero aquellos anulares ojos dorados marcaban una diferencia en Oonindo, igual que sus pobladas cejas turquesa. Vestía con una túnica blanca y larga, y unos guantes y botas de color negro. La llevaba abierta, y debajo portaba un yukata y unos pantalones totalmente negros. Colgado del cinturón, blanco, llevaba una bandana con la tela también negra y una placa shinobi.
Solo que esta placa llevaba grabado un copo de nieve, no la hierba de Kusagakure.