6/10/2019, 20:29
Yubiwa se echó a reír de forma casi maniática.
—¿Que no habrá villa? ¿Que no habrá historia? ¿Que no quedará nada? —dijo—. ¿¡Y quién eres tú para asegurar tal cosa, eh!? ¡Un niño que viste una placa dorada como si entendiese algo del mundo! —El hombre cogió a Juro por el cuello de la camisa y acercó la cara a él—. ¿Acaso sabes cómo piensa Kurama, o lo que quiere para Oonindo? ¿¡Y quién te habló!? ¿Kokuo? ¡Esa rebelde! —rio. Pero algo dentro de él no reía. Hervía de rabia—. Para él soy un humano, sí. Exactamente lo que soy, ¿no? Un humano, igual que tú.
El hombre arrojó a Juro y le hizo chocar contra la pared. El kusajin sintió el calor de la sangre bajando por la nuca.
»¿No son los bijuu más poderosos que los humanos? —clamó Yubiwa, extendiendo los brazos—. ¿No crees que Rikudou-sennin los creó para algo más grande que para cabalgar por un puto prado, Juro? —Yubiwa amplió su sonrisa y se señaló la placa que adornaba el cinturón de su uwagi—. ¡Rikudou les dio a los bijuu instrucciones muy concretas! ¡¡Algún día uniréis fuerzas con los humanos para erradicar una plaga que amenazará todo Oonindo!! ¡¡Ese día, no temáis y colaborad, pues hasta entre seres que se creen bondadosos arraiga la codicia y la soberbia!!
»¡Los malditos Daimyos y sus guerras por un puñado de tierra y otro puñado de insultos! ¡El orden social actual! ¡Esa es la plaga que amenaza a Oonindo! ¡Esa es la plaga que Kurama quiere erradicar!
»¡Conquistando todo Oonindo junto a sus Hermanos, los bijuu, y nosotros, los humanos, sus sirvientes naturales. ¿¡Por qué servir a un Daimyo!? ¿Derecho de nacimiento? ¡Mentira, son seres humanos como tú y como yo! ¡Los bijuu son nuestros auténticos Dioses, Juro! ¿¡No lo ves!? ¡Y Kurama... Kurama es un líder generoso que nos trata mucho mejor que esos petulantes culos gordos ricachones!
»No. No, Juro. ¡Kurama no necesita manipular a nadie! ¡Larga vida al Imperio del Norte! ¡Y larga vida a Takigakure! —terminó el hombre.
—¿Que no habrá villa? ¿Que no habrá historia? ¿Que no quedará nada? —dijo—. ¿¡Y quién eres tú para asegurar tal cosa, eh!? ¡Un niño que viste una placa dorada como si entendiese algo del mundo! —El hombre cogió a Juro por el cuello de la camisa y acercó la cara a él—. ¿Acaso sabes cómo piensa Kurama, o lo que quiere para Oonindo? ¿¡Y quién te habló!? ¿Kokuo? ¡Esa rebelde! —rio. Pero algo dentro de él no reía. Hervía de rabia—. Para él soy un humano, sí. Exactamente lo que soy, ¿no? Un humano, igual que tú.
El hombre arrojó a Juro y le hizo chocar contra la pared. El kusajin sintió el calor de la sangre bajando por la nuca.
»¿No son los bijuu más poderosos que los humanos? —clamó Yubiwa, extendiendo los brazos—. ¿No crees que Rikudou-sennin los creó para algo más grande que para cabalgar por un puto prado, Juro? —Yubiwa amplió su sonrisa y se señaló la placa que adornaba el cinturón de su uwagi—. ¡Rikudou les dio a los bijuu instrucciones muy concretas! ¡¡Algún día uniréis fuerzas con los humanos para erradicar una plaga que amenazará todo Oonindo!! ¡¡Ese día, no temáis y colaborad, pues hasta entre seres que se creen bondadosos arraiga la codicia y la soberbia!!
»¡Los malditos Daimyos y sus guerras por un puñado de tierra y otro puñado de insultos! ¡El orden social actual! ¡Esa es la plaga que amenaza a Oonindo! ¡Esa es la plaga que Kurama quiere erradicar!
»¡Conquistando todo Oonindo junto a sus Hermanos, los bijuu, y nosotros, los humanos, sus sirvientes naturales. ¿¡Por qué servir a un Daimyo!? ¿Derecho de nacimiento? ¡Mentira, son seres humanos como tú y como yo! ¡Los bijuu son nuestros auténticos Dioses, Juro! ¿¡No lo ves!? ¡Y Kurama... Kurama es un líder generoso que nos trata mucho mejor que esos petulantes culos gordos ricachones!
»No. No, Juro. ¡Kurama no necesita manipular a nadie! ¡Larga vida al Imperio del Norte! ¡Y larga vida a Takigakure! —terminó el hombre.
«Eh... ¿Cómo? ¡Padre no dijo nada de ningún Imperio! ¡Padre...!»