7/10/2019, 23:20
(Última modificación: 7/10/2019, 23:24 por Eikyuu Juro. Editado 1 vez en total.)
—¿Que no habrá villa? ¿Que no habrá historia? ¿Que no quedará nada?¿¡Y quién eres tú para asegurar tal cosa, eh!? ¡Un niño que viste una placa dorada como si entendiese algo del mundo! — Juro aguantó las palabras de aquel lunático como pudo. El hombre le agarró del cuello, y acto seguido, lo lanzó contra la pared.
Sintió un calor extraño en la nuca. Sangre. Su estómago se contrajo de puro terror.
« No puede matarme. No puede matarme » — pensó, para sí, tratando de infundirse ánimos. Aquel loco lo necesitaba vivo. Si no, no habría salido con vida de aquella habitación. Probablemente, solo intentaba asustarle mediante el dolor.
Trató de reincorporarse, pero a duras penas podía mantener la dignidad en ese momento. Ahí estaba él: guardían de la villa, jinchuriki de Kusagakure, jounin, comiendo tierra y postrado ante su captor. Juro nunca había tenido un sentido fuerte del orgullo, pero hasta él sintió verguenza y repulsión.
¡Rikudou les dio a los bijuu instrucciones muy concretas! ¡¡Algún día uniréis fuerzas con los humanos para erradicar una plaga que amenazará todo Oonindo!! ¡¡Ese día, no temáis y colaborad, pues hasta entre seres que se creen bondadosos arraiga la codicia y la soberbia!!
« ¿Las palabras de Rikudou-sennin? » — pensó. Trató de pensar. Un recuerdo muy lejano vino a su mente. El Gobi también había hablado de aquellas palabras. Las últimas palabras de su padre.
¿Colaborar con los humanos? ¿Erradicar la plaga de Oonindo? No podía creerlo. Si aquellas fueron sus últimas palabras... ¿Qué clase de amenaza estaba refiriéndose? ¿Por qué se estaban enfrentando en ese momento? ¿No debería significar eso que todos juntos eran aliados contra un mal mayor?
«Sea lo que sea, no pienso dejar que este lunático tome mi vida » — Claro que lo pensaba, pero... ¿Cómo salir de esta? Estaba en una muy mala situación.
Entonces, Yubiwa siguió despotricando. Ya no solo buscaba a Kurama para lograr su objetivo. Juro comprobó, con creciente horror, que él realmente pensaba lo que estaba diciendo. Consideraba a Kurama como un ser superior al que los humanos tenían que someterse, y además, que debía exterminar un mal que les reinaba: los Señores Feudales, las organizaciones.
Claro. Kurama le estaba tratando de una manera maravillosa en ese mismo instante.
»No. No, Juro. ¡Kurama no necesita manipular a nadie! ¡Larga vida al Imperio del Norte! ¡Y larga vida a Takigakure! —terminó el hombre.
Juro abrió los ojos, repentinamente. ¿Eso habían sido imaginaciones suyas? ¡No, no lo había sido! ¡Era la voz de su bijuu! Juro se espabiló de repente y se alzó otra vez ante Yubiwa.
— Así que un imperio — dijo el chico, fingiendo impresión —. Planeáis conquistar todo Oonindo con él, ¿Verdad? Dime Yubiwa, ¿De verdad crees que las personas lo aceptaran, después de haber vivido toda su vida bajo la sombra de un Daimyo? No, claro que no. Lo sabes tan bien como yo. ¿A cuánta gente matareis para conseguirlo entonces? ¿Cuantos inocentes morirán para que el orden social existente desaparezca?
» ¿Así es como el generoso soberano Kurama va a demostrar la superioridad de los bijuus frente a los humanos? ¿Masacrando a los que se oponen a él?
No le importaba el dolor. No le daba miedo su furia. Ya no. Juro miró a ese hombre con rabia. Le había quitado su vida, su cargo, las personas que eran importantes para él. Yota había muerto por estar con él. Ese hombre no merecía su piedad, no merecía su miedo. Solo merecía su odio.
« Sé que estás ahí. Sé que me estas escuchando » — pensó. Pero no era para sí el mensaje, sino para quién habitaba dentro de él —. «Me odias , también lo sé. Pero tú también lo estas viendo, ¿verdad? Este hombre es un lunático. No sé que clase de mensaje os dio vuestro padre, ni lo que quería lograr, pero... ¿De verdad quieres ser su aliado? ¿Vas a ayudarle en su propósito? ¿En su imperio? »
Puede que funcionase, puede que no. Pero tenía que agotar todos los cartuchos, ¿verdad?
Sintió un calor extraño en la nuca. Sangre. Su estómago se contrajo de puro terror.
« No puede matarme. No puede matarme » — pensó, para sí, tratando de infundirse ánimos. Aquel loco lo necesitaba vivo. Si no, no habría salido con vida de aquella habitación. Probablemente, solo intentaba asustarle mediante el dolor.
Trató de reincorporarse, pero a duras penas podía mantener la dignidad en ese momento. Ahí estaba él: guardían de la villa, jinchuriki de Kusagakure, jounin, comiendo tierra y postrado ante su captor. Juro nunca había tenido un sentido fuerte del orgullo, pero hasta él sintió verguenza y repulsión.
¡Rikudou les dio a los bijuu instrucciones muy concretas! ¡¡Algún día uniréis fuerzas con los humanos para erradicar una plaga que amenazará todo Oonindo!! ¡¡Ese día, no temáis y colaborad, pues hasta entre seres que se creen bondadosos arraiga la codicia y la soberbia!!
« ¿Las palabras de Rikudou-sennin? » — pensó. Trató de pensar. Un recuerdo muy lejano vino a su mente. El Gobi también había hablado de aquellas palabras. Las últimas palabras de su padre.
¿Colaborar con los humanos? ¿Erradicar la plaga de Oonindo? No podía creerlo. Si aquellas fueron sus últimas palabras... ¿Qué clase de amenaza estaba refiriéndose? ¿Por qué se estaban enfrentando en ese momento? ¿No debería significar eso que todos juntos eran aliados contra un mal mayor?
«Sea lo que sea, no pienso dejar que este lunático tome mi vida » — Claro que lo pensaba, pero... ¿Cómo salir de esta? Estaba en una muy mala situación.
Entonces, Yubiwa siguió despotricando. Ya no solo buscaba a Kurama para lograr su objetivo. Juro comprobó, con creciente horror, que él realmente pensaba lo que estaba diciendo. Consideraba a Kurama como un ser superior al que los humanos tenían que someterse, y además, que debía exterminar un mal que les reinaba: los Señores Feudales, las organizaciones.
Claro. Kurama le estaba tratando de una manera maravillosa en ese mismo instante.
»No. No, Juro. ¡Kurama no necesita manipular a nadie! ¡Larga vida al Imperio del Norte! ¡Y larga vida a Takigakure! —terminó el hombre.
«Eh... ¿Cómo? ¡Padre no dijo nada de ningún Imperio! ¡Padre...!»
Juro abrió los ojos, repentinamente. ¿Eso habían sido imaginaciones suyas? ¡No, no lo había sido! ¡Era la voz de su bijuu! Juro se espabiló de repente y se alzó otra vez ante Yubiwa.
— Así que un imperio — dijo el chico, fingiendo impresión —. Planeáis conquistar todo Oonindo con él, ¿Verdad? Dime Yubiwa, ¿De verdad crees que las personas lo aceptaran, después de haber vivido toda su vida bajo la sombra de un Daimyo? No, claro que no. Lo sabes tan bien como yo. ¿A cuánta gente matareis para conseguirlo entonces? ¿Cuantos inocentes morirán para que el orden social existente desaparezca?
» ¿Así es como el generoso soberano Kurama va a demostrar la superioridad de los bijuus frente a los humanos? ¿Masacrando a los que se oponen a él?
No le importaba el dolor. No le daba miedo su furia. Ya no. Juro miró a ese hombre con rabia. Le había quitado su vida, su cargo, las personas que eran importantes para él. Yota había muerto por estar con él. Ese hombre no merecía su piedad, no merecía su miedo. Solo merecía su odio.
« Sé que estás ahí. Sé que me estas escuchando » — pensó. Pero no era para sí el mensaje, sino para quién habitaba dentro de él —. «Me odias , también lo sé. Pero tú también lo estas viendo, ¿verdad? Este hombre es un lunático. No sé que clase de mensaje os dio vuestro padre, ni lo que quería lograr, pero... ¿De verdad quieres ser su aliado? ¿Vas a ayudarle en su propósito? ¿En su imperio? »
Puede que funcionase, puede que no. Pero tenía que agotar todos los cartuchos, ¿verdad?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60