15/10/2019, 19:17
¡BOOM!
Lejos de allí, en una caverna entre cataratas, una enorme explosión levantó una gran polvareda e hizo arrastrar a un extraño hombre de cabello azul unos metros. Levantó su mirada, roja e iracunda, y la clavó en Ju...
—¡¡Chōmei!! ¿¡Qué significa esto!?
Juro tenía un aspecto casi monstruoso. Sujeto a cuatro patas, enarbolaba cinco colas y dos alas a la espalda, y observaba detrás de un yelmo de escarabajo a Kurama-Yubiwa con una sonrisa macabra.
—Se te ha acabado la suerte, Kurama —rio—. ¡Has pervertido las palabras de padre! ¡Y te propones a crear más guerra, más muerte, exactamente igual que los humanos!
»¡Acabaremos con tu patético ejército!
—¡¡CÓMO TE ATREVES!! —bramó Kurama. «¿Qué hacemos, señor? ¡No atiende a razones! ¡A este paso...!»—. Chōmei, por favor. Atiende a razones, Hermano. ¡Estamos destinados a gobernar!
Pero el control ya no era de Chōmei, sino de Juro.
«¿Recuerdas el Examen de Chuunin? ¿Recuerdas lo que hizo Kokuō, Juro-kun?»
«Dale fuerte. Sin piedad. ¡Bájale esos humos!»
· · ·
El rostro de Yamauchi iba palideciendo a medida que Yota iba explicándole lo que había sucedido en la habitación. Conforme terminaba de hablar, la mujer le enseñaba las palmas de las manos, pidiéndole un poco de respiro.
—Calma, calma, ya me he encargado de contactar con el Morikage —dijo—. Conté el incidente tal y como parecía haber ocurrido: fuisteis asaltados en la habitación. Encontramos tres vasos con té envenenado. Supongo que no era letal, o no estaríamos hablando.
»Caíste en la piscina de Gyou-sama. Yomi-kun te escuchó caer y ayudó al Señor Feudal a sacarte del agua a rastras. Al parecer no le caíste tan mal —sonrió.