28/10/2019, 01:10
Herido y agotado, el chico inició el camino de regreso a casa.
No necesitó una guía para saber dónde se encontraba: Las grandes Cascadas del Mar. También supo que estaba a más de un día de camino de Kusagakure. La idea de hacer un parón a descansar en Tane-Shigai no le sedujo mucho. En ese mismo momento se veía más capaz de caminar durante toda la noche si hiciera falta con tal de llegar a la villa. Se sentía perseguido, y con razón: ahora no solo albergaba a una de las bestias con cola, si no que había osado desafiar a Kurama y asesinar a uno de sus generales.
El chico ya no temía a la oscuridad ni a lo que quiera que albergase el bosque. De hecho, se sentía más a salvo en él que fuera. Los árboles le daban la bienvenida, lo reconocían. Se había críado entre ellos, después de todo.
« No debo descansar. Tengo que escapar ahora mismo» — Siendo realistas, no podía correr durante un día sin parar. Por ello, trato de establecer un orden mental, con pequeñas pausas en el camino para no agotar sus esfuerzos en caso de ser asaltado, y donde optimizar el tiempo y no dar ventaja a un posible perseguidor.
Con el poder del Bijuu escondido, salió de las cascadas y comenzó a correr, dispuesto a regresar a casa. Aun así, se sentía distinto. Más capaz. Más fuerte. Puede que ya no fuera visible ante el mundo ni provocara cráteres en el suelo, pero Juro, por dentro, sabía que poseía la capacidad para volver a hacerlo. Y eso le daba un poder que nunca antes había soñado tener.
— Cuando regrese a casa y todo esto se calme un poco, me gustaría hablar contigo más tranquilamente, Chomei — dijo el marionetista —. Quiero saber lo que de verdad ocurre. Quiero saber sobre tí.
Pero ese no era el momento, ni el lugar, y los dos lo sabían. Por eso, Juro continuó corriendo.
« Vuelvo a casa, Yota. Vuelvo a casa » — Pensar en su compañero le dolía en el alma. Porque los dos se habían ido de la villa juntos y en ningun momento había pensado con la posibilidad de que no sería así a la vuelta. Regresar a la villa sin él iba a ser una de las cosas más duras que iba afrontar nunca. Y aun así, se veía obligado a hacerlo sin pestañear, por las circustancias. Las malditas circustancias.
Ya derramaría lágrimas por su compañero. No había tiempo de volver a por su cadaver, ni por explicar lo sucedido a la casa del Señor Feudal. Debía volver a la villa. Así que corrió. Avanzó con una desesperación y una motivación que nunca antes había mostrado en toda su vida.
No necesitó una guía para saber dónde se encontraba: Las grandes Cascadas del Mar. También supo que estaba a más de un día de camino de Kusagakure. La idea de hacer un parón a descansar en Tane-Shigai no le sedujo mucho. En ese mismo momento se veía más capaz de caminar durante toda la noche si hiciera falta con tal de llegar a la villa. Se sentía perseguido, y con razón: ahora no solo albergaba a una de las bestias con cola, si no que había osado desafiar a Kurama y asesinar a uno de sus generales.
El chico ya no temía a la oscuridad ni a lo que quiera que albergase el bosque. De hecho, se sentía más a salvo en él que fuera. Los árboles le daban la bienvenida, lo reconocían. Se había críado entre ellos, después de todo.
« No debo descansar. Tengo que escapar ahora mismo» — Siendo realistas, no podía correr durante un día sin parar. Por ello, trato de establecer un orden mental, con pequeñas pausas en el camino para no agotar sus esfuerzos en caso de ser asaltado, y donde optimizar el tiempo y no dar ventaja a un posible perseguidor.
Con el poder del Bijuu escondido, salió de las cascadas y comenzó a correr, dispuesto a regresar a casa. Aun así, se sentía distinto. Más capaz. Más fuerte. Puede que ya no fuera visible ante el mundo ni provocara cráteres en el suelo, pero Juro, por dentro, sabía que poseía la capacidad para volver a hacerlo. Y eso le daba un poder que nunca antes había soñado tener.
— Cuando regrese a casa y todo esto se calme un poco, me gustaría hablar contigo más tranquilamente, Chomei — dijo el marionetista —. Quiero saber lo que de verdad ocurre. Quiero saber sobre tí.
Pero ese no era el momento, ni el lugar, y los dos lo sabían. Por eso, Juro continuó corriendo.
« Vuelvo a casa, Yota. Vuelvo a casa » — Pensar en su compañero le dolía en el alma. Porque los dos se habían ido de la villa juntos y en ningun momento había pensado con la posibilidad de que no sería así a la vuelta. Regresar a la villa sin él iba a ser una de las cosas más duras que iba afrontar nunca. Y aun así, se veía obligado a hacerlo sin pestañear, por las circustancias. Las malditas circustancias.
Ya derramaría lágrimas por su compañero. No había tiempo de volver a por su cadaver, ni por explicar lo sucedido a la casa del Señor Feudal. Debía volver a la villa. Así que corrió. Avanzó con una desesperación y una motivación que nunca antes había mostrado en toda su vida.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60