15/11/2019, 01:13
Kazuma observo entretenido como el muchacho arremetía contra Daigo. Quizo verse a sí mismo en Nubu, lo que consideraba un ejemplo de chico normal; pero lo cierto que él había sido mucho más tranquilo y menos soñador, más curioso y menos ansioso.
—Vas bien, Nubu-san, ¡animo! —le alentó Kazuma.
El joven peliblanco le hizo un gesto a Daigo para que continuara, pues ahora tenía en sus puños dos posibles lecciones para el aspirante a ninja: la primera era darle un golpe de gracia, algún movimiento que le derribara y lo dejara en una posición de indefensión; la segunda era hacerle gastar energía hasta que estuviese cansado y le costase respirar.
«De cualquiera de las dos formas aprenderá una buena lección»
—Vas bien, Nubu-san, ¡animo! —le alentó Kazuma.
El joven peliblanco le hizo un gesto a Daigo para que continuara, pues ahora tenía en sus puños dos posibles lecciones para el aspirante a ninja: la primera era darle un golpe de gracia, algún movimiento que le derribara y lo dejara en una posición de indefensión; la segunda era hacerle gastar energía hasta que estuviese cansado y le costase respirar.
«De cualquiera de las dos formas aprenderá una buena lección»