16/11/2019, 20:30
Inconsciente de que un hada de mar sobrevolaba los cielos nublados de Coladragón, siguiéndoles el rastro, el contingente de Dragón Rojo avanzó a cuestas por la ciudad, levantando aquí y allá la suspicaz mirada de los lugareños. Algunos ya conocían a alguno de los navegantes, y otros, también, tenían conocimiento acerca de los rumores que envolvían a los hombres que atracaban en el puerto sobre aquél barco gigante que hacía la de restaurante en algunas ocasiones. Mucho se decía de ellos, pero nada concreto. Sólo que tenían muchos negocios con un lugarteniente de la ciudad y que sus tratos envolvían decenas y decenas de cajas con mercancía. Lo que ellas contenían, era un misterio.
Kincho se detuvo en un callejón que daba a una muerta metálica que daba al interior de un inmenso galpón cuyo techo cubierto por enormes placas de zinc tronaban al ritmo de las inclementes gotas de lluvia que caían sobre ellas. El hombre, oriundo del País del Viento, tocó tres veces a un ritmo poco característico y que correspondía probablemente a un llamado clave. Un minuto después, un viejo huraño, calvo y con bigote, abrió la puerta. Intercambiaron un par de palabras ininteligibles y posteriormente dejó entrar a todos, menos a dos que se quedaron afuera de la puerta, apenas cubiertos por un pequeño peldaño que les protegía de la lluvia.
Sus órdenes: cuidar la puerta de fisgones.
Kincho se detuvo en un callejón que daba a una muerta metálica que daba al interior de un inmenso galpón cuyo techo cubierto por enormes placas de zinc tronaban al ritmo de las inclementes gotas de lluvia que caían sobre ellas. El hombre, oriundo del País del Viento, tocó tres veces a un ritmo poco característico y que correspondía probablemente a un llamado clave. Un minuto después, un viejo huraño, calvo y con bigote, abrió la puerta. Intercambiaron un par de palabras ininteligibles y posteriormente dejó entrar a todos, menos a dos que se quedaron afuera de la puerta, apenas cubiertos por un pequeño peldaño que les protegía de la lluvia.
Sus órdenes: cuidar la puerta de fisgones.