20/11/2019, 22:34
Akame avanzó hacia el médico, impretérrito como una jodida locomotora, con los ojos rojos de sangre del Sharingan y una mueca amenazadora en la cara. Si bien el muchacho nunca había sabido imponerse, extendió su chakra más allá de los confines de su cuerpo para que afectara a todos alrededor; la ocasión ameritaba que hiciera su mejor intentona. Se plantó frente al médico y le miró directamente a los ojos. Cuando habló, su voz sonó muy calmada e impersonal, en contraste con la tormenta roja que se desataba en sus iris.
—Nadie ha torturado a este hombre. Pero ahora necesito que le salves la vida. ¿Me estás entendiendo? —Akame se acercó un poco más—. Él tiene que vivir. No es una petición, ni un deseo. Es una constatación: ese hombre no va a morirse aquí, ni ahora. Dicen que eres un buen médico: pues obra. Obra como si te fuese la vida en ello.
Luego se apartó, dejando vía libre hasta la mesa sobre la cual reposaba Zaide. El exjōnin era consciente de que si intimidaba en demasía al doctor corría el riesgo de que el pulso le fallara, de que los nervios le jugasen una mala pasada. Pero también estaba desesperado y muy, muy cabreado con algunas personas con las que habría de tener ciertas palabras. No quedaba lugar para jugar al ratón y al gato: aquel doctor tenía que saber que si no salvaba la vida a Zaide, él saldría de aquel bar en una caja de pino.
—¿Necesitas algo? —inquirió el Uchiha.
—Nadie ha torturado a este hombre. Pero ahora necesito que le salves la vida. ¿Me estás entendiendo? —Akame se acercó un poco más—. Él tiene que vivir. No es una petición, ni un deseo. Es una constatación: ese hombre no va a morirse aquí, ni ahora. Dicen que eres un buen médico: pues obra. Obra como si te fuese la vida en ello.
Luego se apartó, dejando vía libre hasta la mesa sobre la cual reposaba Zaide. El exjōnin era consciente de que si intimidaba en demasía al doctor corría el riesgo de que el pulso le fallara, de que los nervios le jugasen una mala pasada. Pero también estaba desesperado y muy, muy cabreado con algunas personas con las que habría de tener ciertas palabras. No quedaba lugar para jugar al ratón y al gato: aquel doctor tenía que saber que si no salvaba la vida a Zaide, él saldría de aquel bar en una caja de pino.
—¿Necesitas algo? —inquirió el Uchiha.