26/11/2019, 17:11
Dígase una cosa de Tsukiyama Daigo: no es un tipo rápido. Su Sunshin, lejos de ser instantáneo, era más bien un movimiento rápido. Sin más. Un sprint de un ninja medianamente veloz.
Pero no necesitó más para atrapar a Kincho. Su mano se pegó en el chaleco del ya exguardia, tirando de él hacia atrás para que su cuerpo se elevase en el aire por unos instantes antes de estamparlo contra el suelo. A ojos de un tercero, pareció uno de esos movimientos que usaban en el cuadrilátero los profesionales de lucha libre. De ese programa claramente amañado, que solo buscaba show y espectáculo.
Para la espalda de Kincho fue bien real. Sus pulmones daban crédito de ello.
—Por favor… ¡Por favor! —exclamó, cuando recuperó el aire—. Os… ¡Os lo contaré todo! Joder, yo…
Sus ojos buscaron por última vez una vía de escape. No encontró ninguna.
—Joder, vale, ¡sí, lo conocí! ¡Pero déjenme explicarlo! —imploró, con las palmas juntas, suplicantes—. El día de la fuga, un tipo llega a mi casa y me amenaza que si no hago lo que dice me matará. ¡Me puso una daga al cuello! Yo no sabía ni qué cojones querían, pero sabían todo de mí. Mis horarios, dónde vivo, dónde vive mi novia… ¡Todo! Y cuando llega la noche, veo a ese Kaido, y a la niña que iba junto a él. ¡Y a Tokore! —chilla—. ¡Ella les estaba ayudando! Creo que porque estaba siendo amenazada también. Y no hemos ni empezado a cruzar el desierto hacia aquí cuando Kaido me lleva a un callejón y…
»Y me da una paliza. Luego me empezó a estrangular… Pensé… pensé que me iba a matar —las lágrimas brotaban de sus ojos, y apenas podía contener el sollozo al recordar la experiencia—. No sé si solo quería dejarme inconsciente o simplemente pensó que me había matado, pero el caso es que cuando desperté ya no estaban, y la tormenta de arena ya era tan grande que era imposible cruzarla. Quise venir a avisar… ¡L-lo juro! ¡Pero hubiese muerto bajo el Diablo del polvo!
Pero no necesitó más para atrapar a Kincho. Su mano se pegó en el chaleco del ya exguardia, tirando de él hacia atrás para que su cuerpo se elevase en el aire por unos instantes antes de estamparlo contra el suelo. A ojos de un tercero, pareció uno de esos movimientos que usaban en el cuadrilátero los profesionales de lucha libre. De ese programa claramente amañado, que solo buscaba show y espectáculo.
Para la espalda de Kincho fue bien real. Sus pulmones daban crédito de ello.
—Por favor… ¡Por favor! —exclamó, cuando recuperó el aire—. Os… ¡Os lo contaré todo! Joder, yo…
Sus ojos buscaron por última vez una vía de escape. No encontró ninguna.
—Joder, vale, ¡sí, lo conocí! ¡Pero déjenme explicarlo! —imploró, con las palmas juntas, suplicantes—. El día de la fuga, un tipo llega a mi casa y me amenaza que si no hago lo que dice me matará. ¡Me puso una daga al cuello! Yo no sabía ni qué cojones querían, pero sabían todo de mí. Mis horarios, dónde vivo, dónde vive mi novia… ¡Todo! Y cuando llega la noche, veo a ese Kaido, y a la niña que iba junto a él. ¡Y a Tokore! —chilla—. ¡Ella les estaba ayudando! Creo que porque estaba siendo amenazada también. Y no hemos ni empezado a cruzar el desierto hacia aquí cuando Kaido me lleva a un callejón y…
»Y me da una paliza. Luego me empezó a estrangular… Pensé… pensé que me iba a matar —las lágrimas brotaban de sus ojos, y apenas podía contener el sollozo al recordar la experiencia—. No sé si solo quería dejarme inconsciente o simplemente pensó que me había matado, pero el caso es que cuando desperté ya no estaban, y la tormenta de arena ya era tan grande que era imposible cruzarla. Quise venir a avisar… ¡L-lo juro! ¡Pero hubiese muerto bajo el Diablo del polvo!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado