27/11/2019, 03:17
«¿Creo? ¿Tiene dudas?»
Karamaru se divertía bastante con la inseguridad de su compañera. No era que él supiese lo que es ser rechazado o abandonado, pero era simple de imaginar que algo así no caería muy bien en nadie.
— A este punto si es por mi puede ser un dictador de un pueblo caníbal que come niños y viola animales que ya poco me importa. Con tal de encontrarlo.
Entre la muchedumbre se acercaban al gran y elegante palacio con la esperanza de que fuera el destino indicado. El ruido de la gente los obligaba a tener que elevar la voz para hablar y a tomarse pausas por tener que alejarse para ir esquivando personas. El amejin no podía parar de pensar el sufrimiento que era vivir en un lugar donde el día común consistía en vivir apretado con apenas aire que respirar.
Finalmente, cuando estuvieran cerca del edificio podrían tener un poco más de espacio. A las puertas de este un grupo mediano de gente a los gritos, con carteles, y alrededor de ellos un hermoso cordón vacío donde respirar que la gente común dejaba para no acercarse a esas personas. Los cuadrados de cartón y telas rezaban en una mala escritura "No a los impuestos", "Queremos comer", "Más para el señor feudal, menos para el pueblo", "Los aumentos matan a nuestros hijos".
El grupo se arremolinaba frente a las puertas que tenían toda la apariencia de ser las del señor feudal. Cinco guardias con armaduras pesadas y espadas largas las cubrían de un grupo que ni siquiera se animaba a acercarse y que mantenían sus gritos a la distancia.
Karamaru se divertía bastante con la inseguridad de su compañera. No era que él supiese lo que es ser rechazado o abandonado, pero era simple de imaginar que algo así no caería muy bien en nadie.
— A este punto si es por mi puede ser un dictador de un pueblo caníbal que come niños y viola animales que ya poco me importa. Con tal de encontrarlo.
Entre la muchedumbre se acercaban al gran y elegante palacio con la esperanza de que fuera el destino indicado. El ruido de la gente los obligaba a tener que elevar la voz para hablar y a tomarse pausas por tener que alejarse para ir esquivando personas. El amejin no podía parar de pensar el sufrimiento que era vivir en un lugar donde el día común consistía en vivir apretado con apenas aire que respirar.
Finalmente, cuando estuvieran cerca del edificio podrían tener un poco más de espacio. A las puertas de este un grupo mediano de gente a los gritos, con carteles, y alrededor de ellos un hermoso cordón vacío donde respirar que la gente común dejaba para no acercarse a esas personas. Los cuadrados de cartón y telas rezaban en una mala escritura "No a los impuestos", "Queremos comer", "Más para el señor feudal, menos para el pueblo", "Los aumentos matan a nuestros hijos".
El grupo se arremolinaba frente a las puertas que tenían toda la apariencia de ser las del señor feudal. Cinco guardias con armaduras pesadas y espadas largas las cubrían de un grupo que ni siquiera se animaba a acercarse y que mantenían sus gritos a la distancia.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘ Telepatía ◘