27/11/2019, 05:36
Los varones seguían alentando a Nubu, mientras que Ranko se preocupaba un poco al ver a tan pequeño novato luchar con un usuario de Taijtsu. Sin embargo, el infante se notaba lleno de ánimos, podría decirse que estaba inspirado.
A pesar de ello, Nubu estaba vaciando rápidamente sus reservas de energía con sus caóticos manotazos, y no tardaría en sudar y en aumentar el ritmo de su respiración. A su vez, sus golpes se desviaban más y más de su objetivo, como si la concentración se le fuera a cada segundo.
Por su lado, Daigo contenía la casi inofensiva ráfaga de golpes del muchachito, pero se vio obligado a bajar su defensa para proteger sus piernas. Los ojos de Nubu brillaron cuando vio su oportunidad, al tener el rostro del boxeador cerca, pues él se había agachado.
Casi como si cargara su ataque con energía, recogió su puño derecho por un segundo y luego liberó toda la fuerza que le quedaba (que no era mucha) en un puñetazo ascendente dirigido al mentón del peliverde. No obstante, le diese o no, el impulso que tomase dominaría su postura y le haría perder el equilibrio. Nubu daría media vuelta sobre sí mismo y caería de bruces sobre el césped.
—¡Auu! —gemiría, con más hastío que dolor.
—¡Nubu-chan! —soltaría la kunoichi, levantándose para ir a su lado. Sin embargo, el pequeño se levantaría solo, con la ropa ligeramente manchada de verde y marrón.
—¿Le di? ¿Le di? —preguntó mientras se sacudía.
A pesar de ello, Nubu estaba vaciando rápidamente sus reservas de energía con sus caóticos manotazos, y no tardaría en sudar y en aumentar el ritmo de su respiración. A su vez, sus golpes se desviaban más y más de su objetivo, como si la concentración se le fuera a cada segundo.
Por su lado, Daigo contenía la casi inofensiva ráfaga de golpes del muchachito, pero se vio obligado a bajar su defensa para proteger sus piernas. Los ojos de Nubu brillaron cuando vio su oportunidad, al tener el rostro del boxeador cerca, pues él se había agachado.
Casi como si cargara su ataque con energía, recogió su puño derecho por un segundo y luego liberó toda la fuerza que le quedaba (que no era mucha) en un puñetazo ascendente dirigido al mentón del peliverde. No obstante, le diese o no, el impulso que tomase dominaría su postura y le haría perder el equilibrio. Nubu daría media vuelta sobre sí mismo y caería de bruces sobre el césped.
—¡Auu! —gemiría, con más hastío que dolor.
—¡Nubu-chan! —soltaría la kunoichi, levantándose para ir a su lado. Sin embargo, el pequeño se levantaría solo, con la ropa ligeramente manchada de verde y marrón.
—¿Le di? ¿Le di? —preguntó mientras se sacudía.
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