27/11/2019, 14:50
Money asintió con vehemencia ante las palabras de Akame.
—¡Ni bajo la mía! —exclamó, guardándose disimuladamente una bolsita azul en un bolsillo de su túnica.
—So… Solo para el… dolor… ¿Huh? —logró articular. Apenas se le veían los ojos de tan hinchados que tenía los párpados y su cara estaba completamente vendada.
—Y, pues, ¡dale un tlanquilizante o algo!
—Ya le di —dijo el doctor, que pese a las circunstancias, se veía visiblemente aliviado—. No voy a darle más dosis. Lo que necesita ahora es mantenerse despierto. Con semejante contusión es malo dormir.
Zaide quiso protestar. Lo supieron por cómo entreabrió la boca y emitió un gorjeo roto y seco. Pero se le habían agotado las fuerzas hasta para articular. Estaba roto. Deshecho. Quién sabía si hasta con secuelas permanentes, más allá de las obvias: no hacía falta ser Uchiha para considerar una gran pérdida la ceguera de un ojo.
Las siguientes horas fueron aburridas. Llena de silencios, de ver el tiempo pasar en la aguja de un reloj, del tedio más absoluto. No fue hasta bien entrada la noche, ya de madrugada, cuando un nuevo invitado apareció por la entrada. El guardia que custodiaba las puertas le dejó pasar ante el asentimiento de Money, y la figura estrambótica se dirigió directa hacia Akame.
Estrambótica, sí. Vestía un largo abrigo negro. Guantes marrones que le llegaban casi hasta el codo. Sombrero, también negro. Una máscara blanca de pico fino y con cresta, que recordaba al de un herrerillo capuchino. Y unas gafas oscuras sobre ella.
—El paciente, ¿no es así? —afirmó con voz templada, haciendo un pequeño examen visual a las quemaduras que le cruzaban el rostro a Akame.
—No, no. ¡Aquel! —exclamó Money, llevándose una mano al rostro. Su doctor de confianza, como él lo llamaba, era un poco despistado a veces.
—Por supuesto que aquel —dijo, como si no se hubiese equivocado en absoluto.
—Llegaste rápido, galeno. —Veinte horas para ser exactos.
—Tuviste suerte de que estaba cerca.
Money asintió. Miró de reojo al doctor del pueblo, que llevaba un buen rato con ganas locas de largarse de allí. Money lo sabía por la forma en que no dejaba de mirar la puerta, por ese talón derecho que no dejaba de subir y bajar, y por esos ojos que le buscaban de cuando en cuando, como quien espera al momento ideal de lanzar su flecha. O su petición, en el caso de él.
—Hitoshi, espélame en mi despacho. En seguida subo y te pago pol los selvicios plestados.
—No… No es necesario, de verdad —dijo, si bien no muy convencido.
—¡Tontelías! ¡Que no se diga que Money no es pagadol! ¡Sube he dicho!
Hitoshi dio un respingo y subió como un cohete por las escaleras. El doctor de confianza de Money seguía examinando el cuerpo de Zaide, que finalmente había sido vencido por el sueño.
—Akame, ven. Deja al galeno examinal a Zaide tlanquilo —le llamó, tras la barra. Le condujo hasta la bodega y bajó la voz—. ¿Sabes usal el Sennō Sōsa no Jutsu? Y escúchame, calaquemada —agregó, viéndolo venir. Tenía un sueño del copón y no estaba para tonterías—, no me vengas con tus evasivas de mielda o tú y yo vamos a tenel un ploblema. —Incluso muchos de los suyos pensaban que no era más que un contable. Un hombre de números. Eso le gustaba. Le ahorraba muchos disgustos, mucha sangre. Pero Raijin sabía que él era algo más que eso—. Necesito que vayas junto a Hitoshi y le hagas olvidal. Ryū tiene esta nolma, ¿viste? Nadie puede vel a un Cabeza de Dlagón sanglal…
Y cuando sucedía, solo había dos opciones. Solo dos.
—¿Me complendes? Hitoshi no vio nada. Lo dejamos inconsciente en un callejón con un soble de dinelo, pol que Money siemple paga sus deudas, y asunto resuelto.
—¡Ni bajo la mía! —exclamó, guardándose disimuladamente una bolsita azul en un bolsillo de su túnica.
—So… Solo para el… dolor… ¿Huh? —logró articular. Apenas se le veían los ojos de tan hinchados que tenía los párpados y su cara estaba completamente vendada.
—Y, pues, ¡dale un tlanquilizante o algo!
—Ya le di —dijo el doctor, que pese a las circunstancias, se veía visiblemente aliviado—. No voy a darle más dosis. Lo que necesita ahora es mantenerse despierto. Con semejante contusión es malo dormir.
Zaide quiso protestar. Lo supieron por cómo entreabrió la boca y emitió un gorjeo roto y seco. Pero se le habían agotado las fuerzas hasta para articular. Estaba roto. Deshecho. Quién sabía si hasta con secuelas permanentes, más allá de las obvias: no hacía falta ser Uchiha para considerar una gran pérdida la ceguera de un ojo.
Las siguientes horas fueron aburridas. Llena de silencios, de ver el tiempo pasar en la aguja de un reloj, del tedio más absoluto. No fue hasta bien entrada la noche, ya de madrugada, cuando un nuevo invitado apareció por la entrada. El guardia que custodiaba las puertas le dejó pasar ante el asentimiento de Money, y la figura estrambótica se dirigió directa hacia Akame.
Estrambótica, sí. Vestía un largo abrigo negro. Guantes marrones que le llegaban casi hasta el codo. Sombrero, también negro. Una máscara blanca de pico fino y con cresta, que recordaba al de un herrerillo capuchino. Y unas gafas oscuras sobre ella.
—El paciente, ¿no es así? —afirmó con voz templada, haciendo un pequeño examen visual a las quemaduras que le cruzaban el rostro a Akame.
—No, no. ¡Aquel! —exclamó Money, llevándose una mano al rostro. Su doctor de confianza, como él lo llamaba, era un poco despistado a veces.
—Por supuesto que aquel —dijo, como si no se hubiese equivocado en absoluto.
—Llegaste rápido, galeno. —Veinte horas para ser exactos.
—Tuviste suerte de que estaba cerca.
Money asintió. Miró de reojo al doctor del pueblo, que llevaba un buen rato con ganas locas de largarse de allí. Money lo sabía por la forma en que no dejaba de mirar la puerta, por ese talón derecho que no dejaba de subir y bajar, y por esos ojos que le buscaban de cuando en cuando, como quien espera al momento ideal de lanzar su flecha. O su petición, en el caso de él.
—Hitoshi, espélame en mi despacho. En seguida subo y te pago pol los selvicios plestados.
—No… No es necesario, de verdad —dijo, si bien no muy convencido.
—¡Tontelías! ¡Que no se diga que Money no es pagadol! ¡Sube he dicho!
Hitoshi dio un respingo y subió como un cohete por las escaleras. El doctor de confianza de Money seguía examinando el cuerpo de Zaide, que finalmente había sido vencido por el sueño.
—Akame, ven. Deja al galeno examinal a Zaide tlanquilo —le llamó, tras la barra. Le condujo hasta la bodega y bajó la voz—. ¿Sabes usal el Sennō Sōsa no Jutsu? Y escúchame, calaquemada —agregó, viéndolo venir. Tenía un sueño del copón y no estaba para tonterías—, no me vengas con tus evasivas de mielda o tú y yo vamos a tenel un ploblema. —Incluso muchos de los suyos pensaban que no era más que un contable. Un hombre de números. Eso le gustaba. Le ahorraba muchos disgustos, mucha sangre. Pero Raijin sabía que él era algo más que eso—. Necesito que vayas junto a Hitoshi y le hagas olvidal. Ryū tiene esta nolma, ¿viste? Nadie puede vel a un Cabeza de Dlagón sanglal…
Y cuando sucedía, solo había dos opciones. Solo dos.
—¿Me complendes? Hitoshi no vio nada. Lo dejamos inconsciente en un callejón con un soble de dinelo, pol que Money siemple paga sus deudas, y asunto resuelto.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado