30/11/2019, 06:01
Al principio, no observó nada raro. Era pescado. Numerosos animales de mar moviéndose sobre la correa hidráulica que movía el alimento por largas líneas zigzageantes donde los obreros podían ir separando aquellos que pasaran el filtro inicial —o en resumidas cuentas, aquellos que no estuvieran podridos o de tamaños muy pequeños que perturbaran su empaque—. y que iban acabando finalmente en las neveras mencionadas anteriormente.
No obstante, Ayame percibió por el rabillo del ojo que en los últimos tramos de la correa, el tráfico de alimento se detenía considerablemente por unos segundos. Cuando los peces salían por el otro lado, se le veía inusualmente inflados y parecían tener un corte a lo largo y ancho de sus tripas como si lo hubiesen fileteado. Sólo entonces, los trabajadores tomaban el animal y lo acomodaban de forma organizada en pequeñas cavas cuadradas que se iban apilando en varios carruajes.
No obstante, Ayame percibió por el rabillo del ojo que en los últimos tramos de la correa, el tráfico de alimento se detenía considerablemente por unos segundos. Cuando los peces salían por el otro lado, se le veía inusualmente inflados y parecían tener un corte a lo largo y ancho de sus tripas como si lo hubiesen fileteado. Sólo entonces, los trabajadores tomaban el animal y lo acomodaban de forma organizada en pequeñas cavas cuadradas que se iban apilando en varios carruajes.