4/12/2019, 03:53
— ¿Si nos van a dejar pasar? Más te vale que nos van a dejar pasar, los locos estos no me paran ni en pedo. Vo' seguime.
Karamaru emprendió la marcha, cruzó aquel cordón vacío que la gente dejaba de espacio con los manifestantes, y esperando que su compañera lo siguiera bien de cerca comenzó a los empujones y permisos a intentar abrirse un lugar por entre las filas desordenadas de gente. Cánticos, puteadas, e incluso algún que otro objeto con destino a las paredes del edificio del señor feudal los rodeaban.
Difícil, sí, pero en algún momento llegarían a las puertas. Un hombre les daba la espalda, su voz resaltaba entre las demás y sus gritos de furia servían como motivación a que la muchedumbre siguiera haciendo ruido.
— ¿Viste? De alguna manera íbamos a terminar cruzando, vamo' a ver qué onda con estos.
El amejin se acercó a los guardias a paso rápido sin querer más tiempo del debido en aquel entorno. Las miradas de los cincos, serias e intimidantes, lo seguirían ya cuando estuviese a unos pocos metros y entendieran su intención de acercarse.
— Che negro, ¿Cómo andas? Cuchame, necesito pasar un toque.— las miradas que recibían tanto Karamaru como Ranko no eran para nada buenas— Necesito darle algo a un tal Asuko Yamato. Ando laburando de mensajero, vio como es la cosa, ¿no?
Su respuesta fue silencio durante unos largos segundos. Ese tiempo justo para animarte a pensar que finalmente no dirían palabra, y menos aún que los iban a dejar pasar. Karamaru fue paciente, no quería meterse en líos con señores que tenían el doble de su tamaño y tenían armas más grandes que su cabeza y más largas que sus brazos.
La suerte les sonreiría, o más bien justo el guardia que se encontraba frente a ellos. Sin ser muy hablador, simplemente hizo un ademán con la cabeza y señaló la espalda del hombre que lideraba a gritos, insultos, gestos y saltos la turba de gente.
— Ahí lo tenés al pelotudo ese.— fue la única frase que podrían lograrle sacar.
Karamaru emprendió la marcha, cruzó aquel cordón vacío que la gente dejaba de espacio con los manifestantes, y esperando que su compañera lo siguiera bien de cerca comenzó a los empujones y permisos a intentar abrirse un lugar por entre las filas desordenadas de gente. Cánticos, puteadas, e incluso algún que otro objeto con destino a las paredes del edificio del señor feudal los rodeaban.
Difícil, sí, pero en algún momento llegarían a las puertas. Un hombre les daba la espalda, su voz resaltaba entre las demás y sus gritos de furia servían como motivación a que la muchedumbre siguiera haciendo ruido.
— ¿Viste? De alguna manera íbamos a terminar cruzando, vamo' a ver qué onda con estos.
El amejin se acercó a los guardias a paso rápido sin querer más tiempo del debido en aquel entorno. Las miradas de los cincos, serias e intimidantes, lo seguirían ya cuando estuviese a unos pocos metros y entendieran su intención de acercarse.
— Che negro, ¿Cómo andas? Cuchame, necesito pasar un toque.— las miradas que recibían tanto Karamaru como Ranko no eran para nada buenas— Necesito darle algo a un tal Asuko Yamato. Ando laburando de mensajero, vio como es la cosa, ¿no?
Su respuesta fue silencio durante unos largos segundos. Ese tiempo justo para animarte a pensar que finalmente no dirían palabra, y menos aún que los iban a dejar pasar. Karamaru fue paciente, no quería meterse en líos con señores que tenían el doble de su tamaño y tenían armas más grandes que su cabeza y más largas que sus brazos.
La suerte les sonreiría, o más bien justo el guardia que se encontraba frente a ellos. Sin ser muy hablador, simplemente hizo un ademán con la cabeza y señaló la espalda del hombre que lideraba a gritos, insultos, gestos y saltos la turba de gente.
— Ahí lo tenés al pelotudo ese.— fue la única frase que podrían lograrle sacar.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘ Telepatía ◘