4/12/2019, 11:45
— Nos pilló por sorpresa a los dos. No tienes que cargar con las culpas. Yo soy el que tiene un mayor rango y más responsabilidades
«Qué pereza ponerse a discutir ahora»
Pero así lo había querido él. Así que, aunque mi cuerpo me pedía a gritos, aunque ayudado por los sedantes, una buena dosis de descanso, el tipo me obligó a ser yo mismo y volver al gennin cabezón que siempre había sido.
— ¿En serio quieres que nos pongamos a discutir ahora? — dije como medio bromeando — En esta ocasión los rangos y tu chapa dorada pasaron a un segundo plano, porque eres el jinchuriki de la aldea y yo no pude hacer nada para evitar que te capturase ese cabrón. que hayas vuelto con vida tan solo es regalo divino para mí. Alguien supo arreglar el entuerto que yo mismo provoqué
Y eso me cabreaba profundamente. Que alguien tuviese que arreglar mi propio estropicio mientras yo estaba medio muerto en la camilla esa.
— Esa cosa que nos atacó, fuese lo que fuese, me llevó hasta una gruta debajo de las Cascadas del Mar. Los efectos del veneno se disiparon, pero me apresó con unas esposas supresoras. Ahí me dejó hasta que apareció uno de los generales de Kurama — murmuró Juro —. Si hubiera sido Kurama de verdad, probablemente no lo habría contado, ¿sabes? Aun así, los generales son poderosos. El que me atacó, en concreto, estaba loco de atar. Y aún hay más. Mientras me hablaba, pude ver como sus ojos cambiaban, ¡Y de repente ya no era él! ¡Era Kurama! Por alguna razón, pudo tomar su cuerpo a voluntad y hablarme directamente. Fue escalofriante. Quería revertir mi sello y unir a mi bijuu a su ejercito para dominar el mundo.
» Conseguí... bueno... liberarme. Y lo derroté. Luego escapé — Menuda versión más pobre y omitida. Se repitió así mismo que, cuando no hubiera nadie presente, le contaría la a verdad a su amigo. Pero ahora no era el momento. Los ANBU no podían saber nada aún — ... y me encontraron. Estas dos personas tan amables me trajeron aquí para poder verte y me dijeron que continuabas con vida.
— ¿Cómo dices? ¿Venciste a un puto General de esos? ¿Tú solo?
Decir que estaba perplejo era quedarse cortisimo. Especialmente después de saber lo que le hicieron a Ayame, una kunoichi con todas las de la ley, fuerte como pocas había visto.
«Entonces Jurete también ha entrado en esa élite. Das pena Yotita, mirate lo pequeño y blandengue que te has vuelto. Mírate bien, gilipollas»
Tras la autoflagelación tuve que apartar la mirada hasta perderla entre las sabanas de la camilla.
«Qué pereza ponerse a discutir ahora»
Pero así lo había querido él. Así que, aunque mi cuerpo me pedía a gritos, aunque ayudado por los sedantes, una buena dosis de descanso, el tipo me obligó a ser yo mismo y volver al gennin cabezón que siempre había sido.
— ¿En serio quieres que nos pongamos a discutir ahora? — dije como medio bromeando — En esta ocasión los rangos y tu chapa dorada pasaron a un segundo plano, porque eres el jinchuriki de la aldea y yo no pude hacer nada para evitar que te capturase ese cabrón. que hayas vuelto con vida tan solo es regalo divino para mí. Alguien supo arreglar el entuerto que yo mismo provoqué
Y eso me cabreaba profundamente. Que alguien tuviese que arreglar mi propio estropicio mientras yo estaba medio muerto en la camilla esa.
— Esa cosa que nos atacó, fuese lo que fuese, me llevó hasta una gruta debajo de las Cascadas del Mar. Los efectos del veneno se disiparon, pero me apresó con unas esposas supresoras. Ahí me dejó hasta que apareció uno de los generales de Kurama — murmuró Juro —. Si hubiera sido Kurama de verdad, probablemente no lo habría contado, ¿sabes? Aun así, los generales son poderosos. El que me atacó, en concreto, estaba loco de atar. Y aún hay más. Mientras me hablaba, pude ver como sus ojos cambiaban, ¡Y de repente ya no era él! ¡Era Kurama! Por alguna razón, pudo tomar su cuerpo a voluntad y hablarme directamente. Fue escalofriante. Quería revertir mi sello y unir a mi bijuu a su ejercito para dominar el mundo.
» Conseguí... bueno... liberarme. Y lo derroté. Luego escapé — Menuda versión más pobre y omitida. Se repitió así mismo que, cuando no hubiera nadie presente, le contaría la a verdad a su amigo. Pero ahora no era el momento. Los ANBU no podían saber nada aún — ... y me encontraron. Estas dos personas tan amables me trajeron aquí para poder verte y me dijeron que continuabas con vida.
— ¿Cómo dices? ¿Venciste a un puto General de esos? ¿Tú solo?
Decir que estaba perplejo era quedarse cortisimo. Especialmente después de saber lo que le hicieron a Ayame, una kunoichi con todas las de la ley, fuerte como pocas había visto.
«Entonces Jurete también ha entrado en esa élite. Das pena Yotita, mirate lo pequeño y blandengue que te has vuelto. Mírate bien, gilipollas»
Tras la autoflagelación tuve que apartar la mirada hasta perderla entre las sabanas de la camilla.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa