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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#2
El interior de la forja era un enorme espacio rectangular, con vigas de madera enorme para sostener un imponente techo a dos aguas de tejas de cerámica. El suelo del edificio estaba formado por trozos planos de piedra negra con formas irregulares, a las que se les había añadido una masilla para crear una superficie uniforme. La enorme edificación, cobijaba cinco hornos con sus yunques (aunque solo uno estaba encendido en aquel momento), varios muebles repartidos estratégicamente para tener siempre las herramientas a manos, cuatro enormes mesas y varios estantes en un extremo donde podían verse expuestas las obras recíen terminadas (desde kunais hasta ninjaken).

Frente al primer horno, se encontraban tres hombres jóvenes (entre los dieciocho y los veinticuatro años más o menos), vestidos con keikogis negros y hakamas del mismo color, en su cabeza todos llevaban un tenugi negro. Uno de ellos sostenía una especie de palo de hierro, con una pieza de metal candente en el extremo que apoyaba contra el yunque. Los otros dos chicos, se turnaban para golpear el metal con dos enormes mazas, manteniendo un ritmo constante. Supervisándolos con mirada severa desde la distancia, Uchiha Seijiro. Un hombre alto y fornido, ataviado al igual que sus alumnos, cabello largo recogido en una cola alta. Observaba en silencio, pero en su rostro podía notarse su creciente disgusto con lo que estaba viendo.

Junto a la ventana, sentada en seiza, vestida igual que el resto de los presentes y percatándose del enfado creciente de su padre, la joven Yumiko seguía el proceso.

Las mazas caían una y otra vez sobre el metal, mientras con cada golpe el muchacho que la sostenía lo volteaba. Era un ciclo sin fin... o al menos, lo fue hastas que de improviso la unión entra la barra metálica y el núcleo candente se rompió. Al voltear el material, el joven lo había movido ligeramente hacia delante y la maza impacto demasiado cerca de la barra metálica.

—...— Eijiro no dijo nada, simplemente se dio la vuelta y se marchó del lugar por la puerta trasera.

Los presentes sabían perfectamente que significaba aquello: el maestro estaba terriblemente enfadado. Eijiro no era de esos que pegaban voces o mostraban su enfado emprendiéndola a golpes con lo que pillasen, no, él no era así. Sin embargo, eso mismo era lo que le hacia aún más terrible.

Los jóvenes junto con Yumiko, se sobresaltaron cuando la puerta trasera se cerró de golpe.

El sonido se adueño de la sala, tan sólo el crepitar del horno lo rompía de vez en cuando. Tras unos instantes, los muchachos comenzaron a recoger todo con caras largas, conscientes de lo que les esperaba al día siguiente.

Yumiko por su parte, se levantó en silencio e hizo una pequeña reverencia mientras se despedía con un seco
—Hasta mañana— lejos de querer seguir el camino de su padre hasta la casa principal, que se encontraba al otro lado de los terrenos de la forja, la joven decidió salir y tomar un poco el fresco mientras esperaba a que su padre se calmase un poco.

Se dirigió hacia la puerta corredera de la entrada y la abrió un poco, lo justo para pasar, tras hacerlo la cerró. Fue entonces, cuando al girarse, vió una figura que se estaba asomando a la ventana de la forja.

—¡Ah!— Fue algo inesperado, así que se sobresaltó y al dar un paso hacia atrás se trastabillo y cayó de culo contra el suelo de madera de la entrada.
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Mensajes en este tema
La Estrella Blanca - por Tsukisame Takumi - 3/12/2019, 22:11
RE: La Estrella Blanca - por Uchiha Yumiko - 4/12/2019, 23:30
RE: La Estrella Blanca - por Tsukisame Takumi - 7/12/2019, 20:06


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