8/12/2019, 17:42
Se volvió extrañado por la voz que le imperaba que esperase. La señora hizo lo propio, observando la escena, ante la cual, Kisame observó al chico que se le acercaba con detenimiento como habitualmente hacía cada vez que conocía a alguien nuevo. Parecía tener su edad pero era algo más alto, tez morena y ojos negros. Desde luego, ya no era el único que iba a parecer extranjero en aquel lugar. Llevaba gafas y su vestimenta delataba casi completamente el hecho de que era un shinobi. Cuando vió la chapa entendió por qué se estaba acercando. Posiblemente tuviera curiosidad o simplemente quisiera ayudarle.
- Kisame, encantado de conocerte -Dijo con su habitual tono frío y estrechándole la mano-La ayuda siempre es bien recibida -Hizo una breve pausa -Vamos, luego tendremos tiempo para las formalidades -Dijo siguiendo a la mujer dentro de la casa pero sin dejar de estar atento al chico que acababa de conocer. No sabía si sería de fiar, por eso no podía perderle de vista, al menos hasta que le demostrara ser alguien de confianza.
La casa parecía en orden, un recibidor donde dejar el calzado, una sala vacía con una mesa en medio sobre una ajada alfombra de tela y varias puertas cerradas. Una casa humilde a todas luces y sin anda extraño por el momento, hasta que, al abrir una de las puertas, se pudo observar una ventana a la cual habían roto la cerradura, estaba visiblemente forzada y, además, de mala manera. Unas mantas revueltas en el suelo y... Ningún signo de lucha. Observó la habitación intentando generar una hipótesis sobre el asunto, pero la mujer interrumpió sus pensamientos.
-Escuché un ruido por la noche y... Cuando vine ya era demasiado tarde -Comentó la mujer, ahora un poco más tranquila.
Quizás hubiera más pruebas en la escena del crimen, solo había que observar detenidamente todos los lugares. Había una especie de armario a la derecha y unas estanterías con algunas cosas al lado izquierdo. Por lo demás, era una habitación bastante austera y humilde.
- Kisame, encantado de conocerte -Dijo con su habitual tono frío y estrechándole la mano-La ayuda siempre es bien recibida -Hizo una breve pausa -Vamos, luego tendremos tiempo para las formalidades -Dijo siguiendo a la mujer dentro de la casa pero sin dejar de estar atento al chico que acababa de conocer. No sabía si sería de fiar, por eso no podía perderle de vista, al menos hasta que le demostrara ser alguien de confianza.
La casa parecía en orden, un recibidor donde dejar el calzado, una sala vacía con una mesa en medio sobre una ajada alfombra de tela y varias puertas cerradas. Una casa humilde a todas luces y sin anda extraño por el momento, hasta que, al abrir una de las puertas, se pudo observar una ventana a la cual habían roto la cerradura, estaba visiblemente forzada y, además, de mala manera. Unas mantas revueltas en el suelo y... Ningún signo de lucha. Observó la habitación intentando generar una hipótesis sobre el asunto, pero la mujer interrumpió sus pensamientos.
-Escuché un ruido por la noche y... Cuando vine ya era demasiado tarde -Comentó la mujer, ahora un poco más tranquila.
Quizás hubiera más pruebas en la escena del crimen, solo había que observar detenidamente todos los lugares. Había una especie de armario a la derecha y unas estanterías con algunas cosas al lado izquierdo. Por lo demás, era una habitación bastante austera y humilde.