14/12/2019, 19:04
— Encima que trato de mandarte a hablar, che, hay que cambiar esa actitud, boluda. Tenés que perder la vergüenza, tranqui que yo...
No pudo terminar de hablar, que de reojo vio a un hombre acercarse. Yamato había dado media vuelta y había recortado la corta distancia que los separaba; la muchedumbre seguía a los gritos pero ahora haciendo menos ruido, varios en silencio expectantes a los movimientos de su líder.
— ¿Quiénes son ustedes? ¿Amigos, funcionarios, represores del señor feudal? Si lo van a ver le tengo que hacer llegar un mensaje, y si no, ordeno saber cuáles son sus asuntos.
El amejin lo miró perplejo, anonadado por esa actitud y reclamaciones sin motivo. Los guardias no pudieron evitar asomar una sonrisa pero se mantuvieron al margen del asunto. Ahora que lo veía de cerca podía entender por qué su prima se había sentido atraída. Yamato era de cara bonita, de un pelo corto marrón oscuro bien arreglado, una dentadura perfecta y, por sobre todo, unos brillantes ojos verdes. Aunque su corta estatura hacia que no se viera mucho como una amenaza, tampoco su voz aguda.
— Aguanta un cacho, chabón, la re flasheaste. ¿Quién te crees que sos, boludo? Yo vengo acá a hacer lo que yo quiera y si no te gusta metete tus ordenes por el orto pedazo de pelotudo. La volvés a boconear así y te bajo todo el comedor hijo de puta, ¿te haces el poronga? Yo también soy poronga la concha de tu madre, petiso mal llevado. Si tenés algún problema, bancate los trapos y lo resolvemos.
Karamaru reaccionó de la peor manera, y Yamato no se achicaba a los insultos. Ambos se clavaron miradas desafiantes, la gente entendió que pasaba y comenzó a montar nuevamente alboroto, y el de ojos verdes no tardaría en tirar el primer puño para liberar su odio.
No pudo terminar de hablar, que de reojo vio a un hombre acercarse. Yamato había dado media vuelta y había recortado la corta distancia que los separaba; la muchedumbre seguía a los gritos pero ahora haciendo menos ruido, varios en silencio expectantes a los movimientos de su líder.
— ¿Quiénes son ustedes? ¿Amigos, funcionarios, represores del señor feudal? Si lo van a ver le tengo que hacer llegar un mensaje, y si no, ordeno saber cuáles son sus asuntos.
El amejin lo miró perplejo, anonadado por esa actitud y reclamaciones sin motivo. Los guardias no pudieron evitar asomar una sonrisa pero se mantuvieron al margen del asunto. Ahora que lo veía de cerca podía entender por qué su prima se había sentido atraída. Yamato era de cara bonita, de un pelo corto marrón oscuro bien arreglado, una dentadura perfecta y, por sobre todo, unos brillantes ojos verdes. Aunque su corta estatura hacia que no se viera mucho como una amenaza, tampoco su voz aguda.
— Aguanta un cacho, chabón, la re flasheaste. ¿Quién te crees que sos, boludo? Yo vengo acá a hacer lo que yo quiera y si no te gusta metete tus ordenes por el orto pedazo de pelotudo. La volvés a boconear así y te bajo todo el comedor hijo de puta, ¿te haces el poronga? Yo también soy poronga la concha de tu madre, petiso mal llevado. Si tenés algún problema, bancate los trapos y lo resolvemos.
Karamaru reaccionó de la peor manera, y Yamato no se achicaba a los insultos. Ambos se clavaron miradas desafiantes, la gente entendió que pasaba y comenzó a montar nuevamente alboroto, y el de ojos verdes no tardaría en tirar el primer puño para liberar su odio.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘ Telepatía ◘