21/12/2019, 21:20
(Última modificación: 21/12/2019, 21:30 por Eikyuu Juro. Editado 4 veces en total.)
Juro no dijo nada, pero no pudo evitar alzar una ceja ante la exclamación de su Kage. Su cuerpo se tensó al instante. Puede que él quisiera saber lo que ocurrió con el general cuanto antes, pero... ¿Detalles importantes? ¿Acaso no es importante saber que un posible mercenario capaz de infiltrarse en las habitaciones del Señor Feudal trabajaba a favor de Kurama?
« No sé que le ocurre a este hombre, pero tienes razón. Algo no me cuadra con él » — pensó, para sí y para el que vivía dentro de él. Aunque no se lo hubiera planteado así, las palabras de disculpa de su Kage le habían sonado vacías.
Juro supo, para sí, que la desconfianza que Chomei le había sugerido ahora se estaba haciendo real para él.
— Lo siento, no era mi intención, Kenzou-sama — se disculpó —. Esta información la he ocultado hasta llegar hasta usted. Sin embargo, lo cierto es que el general que me intentó secuestrar no es un desconocido, precisamente. Fue Yubiwa.
» Sí, usted tiene razón, tienen la fuerza de un Bijuu. Pero hay más. Kurama lo domina. Puede tomar la conciencia del general a voluntad o al menos, durante un periodo de tiempo. Ese hombre era poderoso, desde luego. Más que yo. En una pelea justa, no habría tenido una oportunidad. Pero... Yubiwa estaba muy inestable — admitió el marionetista —. No intentó tomar mi sello ni hacerme nada al principio, sino que comenzó a desviar. Intentó convencerme sobre como los Bijuu son criaturas superiores a los humanos y cómo Kurama merece gobernar en su imperio sobre toda la humanidad. Habló de como las grandes aldeas habían errado su propósito y cómo los Señores Feudales eran seres egoístas que merecían ser asesinados. Creo que Kurama le convenció con alguna clase de promesa de poder, no lo sé.
Se aclaró la garganta. Solo recordar sus ojos, llenos de locura, le hicieron estremecerse.
— Cometió un error. Si hubiera revertido mi sello al instante, todo se habría acabado. Pero no lo hizo. Intenté rebatirle para ganar tiempo. No sé exactamente por qué, pero funciono, porque en lugar de intentar hacerme nada, discutió. Aun así, al enfrentarle verbalmente, su furia aumentó y me empezó a golpear: me dio varias patadas y golpes y me cogió del cuello. Durante un momento, pensé que iba a asesinarme, pero me arrojó a un lado. Acabé herido, pero no lo suficiente como para ser derrotado. Entonces, Kurama tomó su cuerpo durante un momento — explicó Juro —. Fue extraño. Al mirarle, ya no era él. Había dos ojos rojos llenos de un odio visceral. Un ser asqueroso, sin duda.
» La razón por la que me salvé fue simplemente esa. Se entretuvo mucho hablando conmigo, y en el momento en que Kurama le dominó, una especie de conflicto mental apareció en él. Cómo si tratar de procesar quién era exactamente. Me dio unos segundos donde su cuerpo me dejó de ver. Entonces, la droga había desaparecido de mi cuerpo, no del todo, pero sí lo suficiente para moverme — admitió el chico —. Es difícil de explicar, pero sentí un subidón, probablemente por la adrenalina y estallé una bomba de luz que guardaba en mi portaobjetos. Utilicé mi mejor técnica de fuuton en la confusión. Al ser una caverna cerrada y estar orientado hacia la salida, no tuvo escapatoria. Salió volando metros y metros, y desapareció de mi vista. Entonces, escapé. Fue entonces cuando me encontré con su escuadrón de ANBU y ellos pudieron llevarme hasta la capital para tratar las heridas que me había ocasionado. No comprobé dónde acabó ni en qué estado, puesto que temí que más generales pudieran aparecer para capturarme.
Juro asintió para sí. No, no era la versión verdadera. De hecho, cada vez distaba más de ser una versión realista. Pero gracias a que los ANBU habían mentido también sobre lo de que había quedado herido, de alguna forma tenía que meterlo todo y que tuviera un mínimo sentido. Sentía una gran sensación de culpa, pero... ¿Qué podía hacer él en ese momento?
« No sé que le ocurre a este hombre, pero tienes razón. Algo no me cuadra con él » — pensó, para sí y para el que vivía dentro de él. Aunque no se lo hubiera planteado así, las palabras de disculpa de su Kage le habían sonado vacías.
Juro supo, para sí, que la desconfianza que Chomei le había sugerido ahora se estaba haciendo real para él.
— Lo siento, no era mi intención, Kenzou-sama — se disculpó —. Esta información la he ocultado hasta llegar hasta usted. Sin embargo, lo cierto es que el general que me intentó secuestrar no es un desconocido, precisamente. Fue Yubiwa.
» Sí, usted tiene razón, tienen la fuerza de un Bijuu. Pero hay más. Kurama lo domina. Puede tomar la conciencia del general a voluntad o al menos, durante un periodo de tiempo. Ese hombre era poderoso, desde luego. Más que yo. En una pelea justa, no habría tenido una oportunidad. Pero... Yubiwa estaba muy inestable — admitió el marionetista —. No intentó tomar mi sello ni hacerme nada al principio, sino que comenzó a desviar. Intentó convencerme sobre como los Bijuu son criaturas superiores a los humanos y cómo Kurama merece gobernar en su imperio sobre toda la humanidad. Habló de como las grandes aldeas habían errado su propósito y cómo los Señores Feudales eran seres egoístas que merecían ser asesinados. Creo que Kurama le convenció con alguna clase de promesa de poder, no lo sé.
Se aclaró la garganta. Solo recordar sus ojos, llenos de locura, le hicieron estremecerse.
— Cometió un error. Si hubiera revertido mi sello al instante, todo se habría acabado. Pero no lo hizo. Intenté rebatirle para ganar tiempo. No sé exactamente por qué, pero funciono, porque en lugar de intentar hacerme nada, discutió. Aun así, al enfrentarle verbalmente, su furia aumentó y me empezó a golpear: me dio varias patadas y golpes y me cogió del cuello. Durante un momento, pensé que iba a asesinarme, pero me arrojó a un lado. Acabé herido, pero no lo suficiente como para ser derrotado. Entonces, Kurama tomó su cuerpo durante un momento — explicó Juro —. Fue extraño. Al mirarle, ya no era él. Había dos ojos rojos llenos de un odio visceral. Un ser asqueroso, sin duda.
» La razón por la que me salvé fue simplemente esa. Se entretuvo mucho hablando conmigo, y en el momento en que Kurama le dominó, una especie de conflicto mental apareció en él. Cómo si tratar de procesar quién era exactamente. Me dio unos segundos donde su cuerpo me dejó de ver. Entonces, la droga había desaparecido de mi cuerpo, no del todo, pero sí lo suficiente para moverme — admitió el chico —. Es difícil de explicar, pero sentí un subidón, probablemente por la adrenalina y estallé una bomba de luz que guardaba en mi portaobjetos. Utilicé mi mejor técnica de fuuton en la confusión. Al ser una caverna cerrada y estar orientado hacia la salida, no tuvo escapatoria. Salió volando metros y metros, y desapareció de mi vista. Entonces, escapé. Fue entonces cuando me encontré con su escuadrón de ANBU y ellos pudieron llevarme hasta la capital para tratar las heridas que me había ocasionado. No comprobé dónde acabó ni en qué estado, puesto que temí que más generales pudieran aparecer para capturarme.
Juro asintió para sí. No, no era la versión verdadera. De hecho, cada vez distaba más de ser una versión realista. Pero gracias a que los ANBU habían mentido también sobre lo de que había quedado herido, de alguna forma tenía que meterlo todo y que tuviera un mínimo sentido. Sentía una gran sensación de culpa, pero... ¿Qué podía hacer él en ese momento?
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60