27/12/2019, 21:17
Takumi confiaba en que después de todo ese discursito consiguiera algo de información, aunque no fuera mucha, pero al menos algo más que nada. «Aagghhhhh, no suelta prenda la señora.» Se llevó la mano derecha a la cabeza rascándose la misma y respirando profundamente a la vez. ¿Tal vez había sido muy duro con la señora? Podría estar equivocado y de verdad la señora no tenía ni la menor idea de quien podría haber sido el raptor de la criatura, pero aún así le parecía raro todo esto ¿cómo no vas a tener la mínima idea de quien te la puede tener jurada?
—Mis disculpas, de verdad, siento haberla puesto en esta situación. Volveré a la escena del rapto a ver si mi compañero ha sacado algo en claro.
El marionetista se dispuso a caminar hacia la habitación de la niña, sin dejar de mirar por el rabillo del ojo a la señora por si tenía alguna reacción que le diera una pista por ligera que fuera. Según entró en la habitación procedió a quitarse las gafas y a limpiarlas en su yukata mientras se acercaba al amejin. Ya a un metro escaso de este se volvería a ajustar los anteojos y comenzó a hablarle en un tono muy suave, intentando que la dueña de la casa no se percatara de la conversación, y de oír algo que no fuera más que un susurro indescifrable.
—Kisame-kun, la señora parece que no sabe nada... o no quiere decirnos nada. La verdad es que no estoy muy seguro de si nos está siendo completamente sincera pero hay algo en mí que no se quiere fiar del todo. No sabe quien se la puede tener jurada a ella, la niña o su marido; no sabe quien ha podido secuestrarla o para qué... no sabe nada vamos. ¿Qué tal te ha ido aquí mientras, has encontrado algo interesante?
—Mis disculpas, de verdad, siento haberla puesto en esta situación. Volveré a la escena del rapto a ver si mi compañero ha sacado algo en claro.
El marionetista se dispuso a caminar hacia la habitación de la niña, sin dejar de mirar por el rabillo del ojo a la señora por si tenía alguna reacción que le diera una pista por ligera que fuera. Según entró en la habitación procedió a quitarse las gafas y a limpiarlas en su yukata mientras se acercaba al amejin. Ya a un metro escaso de este se volvería a ajustar los anteojos y comenzó a hablarle en un tono muy suave, intentando que la dueña de la casa no se percatara de la conversación, y de oír algo que no fuera más que un susurro indescifrable.
—Kisame-kun, la señora parece que no sabe nada... o no quiere decirnos nada. La verdad es que no estoy muy seguro de si nos está siendo completamente sincera pero hay algo en mí que no se quiere fiar del todo. No sabe quien se la puede tener jurada a ella, la niña o su marido; no sabe quien ha podido secuestrarla o para qué... no sabe nada vamos. ¿Qué tal te ha ido aquí mientras, has encontrado algo interesante?