3/01/2020, 18:59
(Última modificación: 3/01/2020, 19:17 por Eikyuu Juro. Editado 3 veces en total.)
Si, Juro se había convertido en un monstruo. Pero el oponente que tenía delante superaba con creces a cualquier criatura salida de los cuentos. Un hombre capaz de resistir cualquier explosión, capaz de saltar y coger a una criatura voladora en su elemento. Capaz de atacar a un bijuu a taijutsu limpio.
Si, era una leyenda. Un hombre al que Juro nunca habría podido superar, ni en un millón de años.
Golpeó al ser sin piedad. Eso si que fue sorprendente. ¿Quién imaginó que aquel hombre fuera capaz de seguirle la pista en pleno vuelo? Era demasiado peligroso. Su presencia impedía su huida. Tenía que incapacitarlo o debilitarlo o sino... sería demasiado tarde para que pudiera escapar.
Juro recibió el golpe y cayó, pero no se dejó intimidar. Si aquel hombre representaba el poder de toda una vida, un bijuu poseía un poder mayor que el de cualquier humano. Recuperó el vuelo y observó al hombre, en caida libre. No podía dejar que hiciera nada más contra él. Un brazo de chakra surgió y se ramificó hasta formar cinco pequeñas manos, que agarraron al hombre por el cuello, brazos y piernas. Entonces, Juro lo balanceó y lo arrojó con toda su fuerza hacia el edificio que era su despacho.
Pero eso no era suficiente. No lo era. Necesitaba más poder. O sino, todo sería en vano.
Hay momentos en los que, en la batalla, se pierden de vista las cosas. Este es uno. Juro, en el momento en que fue golpeado por su Kage, se olvidó de algo: se olvidó de su villa, de su familia, de las personas que la habitan. En ese momento, solo podía imaginar la hoja que estaba a punto de decapitarle, representada por su líder.
Si no hacía algo, moriría. Todo se habría acabado para él.
Juro deseó por más poder.
Necesitaba más poder.
Una enorme explosión se formaría entonces en Kusagakure.
Una criatura gigante se alzaba en mitad de la aldea. Un monstruo legendario, que tiempo atrás, había segado las vidas de miles de inocentes. Otra vez, la historia se repetía, solo que causada por un solo chico. Uno que, intencionadamente o no, había desatado un verdadero apocalipsis en las vidas de aquellas personas.
Vida o muerte. Su vida o la villa. Luces y sombras. Todo giraba y giraba en su cabeza, pero ya nada tenía sentido. Solamente había un objetivo para él y era abatir al hombre que se le había alzado con la intención de matarle.
Necesitaba todo el poder del bijuu para eso.
El ser abrió la boca. Las partículas comenzaron a volar, a juntarse entre ellas, dando lugar a una de las armas más mortiferas que el ser humano conoce. El monstruo liberó el poder en un enorme laser negro que se lanzó hacia delante. Su objetivo: el lugar dónde se encontraba ahora el Morikage.
Si, era una leyenda. Un hombre al que Juro nunca habría podido superar, ni en un millón de años.
Golpeó al ser sin piedad. Eso si que fue sorprendente. ¿Quién imaginó que aquel hombre fuera capaz de seguirle la pista en pleno vuelo? Era demasiado peligroso. Su presencia impedía su huida. Tenía que incapacitarlo o debilitarlo o sino... sería demasiado tarde para que pudiera escapar.
Juro recibió el golpe y cayó, pero no se dejó intimidar. Si aquel hombre representaba el poder de toda una vida, un bijuu poseía un poder mayor que el de cualquier humano. Recuperó el vuelo y observó al hombre, en caida libre. No podía dejar que hiciera nada más contra él. Un brazo de chakra surgió y se ramificó hasta formar cinco pequeñas manos, que agarraron al hombre por el cuello, brazos y piernas. Entonces, Juro lo balanceó y lo arrojó con toda su fuerza hacia el edificio que era su despacho.
Pero eso no era suficiente. No lo era. Necesitaba más poder. O sino, todo sería en vano.
Hay momentos en los que, en la batalla, se pierden de vista las cosas. Este es uno. Juro, en el momento en que fue golpeado por su Kage, se olvidó de algo: se olvidó de su villa, de su familia, de las personas que la habitan. En ese momento, solo podía imaginar la hoja que estaba a punto de decapitarle, representada por su líder.
Si no hacía algo, moriría. Todo se habría acabado para él.
Juro deseó por más poder.
Necesitaba más poder.
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Una enorme explosión se formaría entonces en Kusagakure.
Una criatura gigante se alzaba en mitad de la aldea. Un monstruo legendario, que tiempo atrás, había segado las vidas de miles de inocentes. Otra vez, la historia se repetía, solo que causada por un solo chico. Uno que, intencionadamente o no, había desatado un verdadero apocalipsis en las vidas de aquellas personas.
Vida o muerte. Su vida o la villa. Luces y sombras. Todo giraba y giraba en su cabeza, pero ya nada tenía sentido. Solamente había un objetivo para él y era abatir al hombre que se le había alzado con la intención de matarle.
Necesitaba todo el poder del bijuu para eso.
El ser abrió la boca. Las partículas comenzaron a volar, a juntarse entre ellas, dando lugar a una de las armas más mortiferas que el ser humano conoce. El monstruo liberó el poder en un enorme laser negro que se lanzó hacia delante. Su objetivo: el lugar dónde se encontraba ahora el Morikage.
Hablo / Pienso
Avatar hecho por la increible Eri-sama.
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Sellos implantados: Hermandad intrepida
- Juro y Datsue : Aliento nevado, 218. Poder:60