3/01/2020, 21:57
Zaide aguantó estoico la definición que Akame hacía de su persona, con una precisión y una exactitud digna del Sharingan. Así era él: capaz de lo mejor y de lo peor en un suspiro. Quería creer que, antaño, la balanza estaba desequilibrada hacia la izquierda. Pero desde la muerte de su hermana y su adicción al omoide, su vida no había sido más que una concatenación de cagadas.
De lo único de lo que podía estar orgulloso es que Aiza no sufriría más las consecuencias de sus destrozos. Tal y como decía Akame, el Kaji Saiban había sido suyo.
—¡Ja! Me pregunto cómo se lo estarán tomando los que hasta hace unos días no eran capaces de sacarse el escroto de Ryu de la boca. Estoy deseando verles la cara.
Como al moribundo que le ofrecen un trozo de pan duro, Zaide trató de disfrutar de aquella pequeña victoria que Akame le mostraba.
—Eso les pasa por subestimar a un Uchiha, ¿huh? —rio, y su carcajada sonó a trompeta rota—. Así aprenderán de una puta vez lo que significa enfrentarse a alguien con Sharingan.
Había visto, copiado y replicado cientos de jutsus. Había presenciado decenas de habilidades únicas. Pero ninguna era tan impredecible como el Sharingan. Incluso para los Uchihas más expertos, aquel Kekkei Genkai seguía ocultando secretos y poderes que se iban revelando, muy poco a poco, siglo a siglo, entre unos pocos elegidos. Enfrentarse a él, era como enfrentarse a un dado al aire: nunca sabías qué te tocaría.
De lo único de lo que podía estar orgulloso es que Aiza no sufriría más las consecuencias de sus destrozos. Tal y como decía Akame, el Kaji Saiban había sido suyo.
—¡Ja! Me pregunto cómo se lo estarán tomando los que hasta hace unos días no eran capaces de sacarse el escroto de Ryu de la boca. Estoy deseando verles la cara.
Como al moribundo que le ofrecen un trozo de pan duro, Zaide trató de disfrutar de aquella pequeña victoria que Akame le mostraba.
—Eso les pasa por subestimar a un Uchiha, ¿huh? —rio, y su carcajada sonó a trompeta rota—. Así aprenderán de una puta vez lo que significa enfrentarse a alguien con Sharingan.
Había visto, copiado y replicado cientos de jutsus. Había presenciado decenas de habilidades únicas. Pero ninguna era tan impredecible como el Sharingan. Incluso para los Uchihas más expertos, aquel Kekkei Genkai seguía ocultando secretos y poderes que se iban revelando, muy poco a poco, siglo a siglo, entre unos pocos elegidos. Enfrentarse a él, era como enfrentarse a un dado al aire: nunca sabías qué te tocaría.