6/01/2020, 21:38
Karamaru dudó pero siguiendo a su compañera asintió ligeramente con la cabeza. A Yamato lo envolvió de repente una enérgica actitud y emoción y les señalo con la mano que lo esperaran. Se alejó al trote y buscó de entre la muchedumbre a una mujer pelirroja y petisa. Un corto cruce de palabras y nuevamente estaba con los dos gennin.
— Okey, arreglado, síganme que no quiero tener a estos idiotas cerca.— terminó cruzando miradas con los guardias.
A paso rápido los llevaría cruzando el griterío para luego internarse en calles pequeñas que no acumulaban mucha densidad de gente. Los llevó a un edificio venido a menos con una pintura marrón ya bastante desgastada con el paso del tiempo, un frente con muchas ventanas mostraban esculturas pequeñas de madera y una puerta abierta de par de par.
El interior se encontraba bien iluminado, limpio y prolijo a pesar del peso de los años con esculturas que se multiplicaban hasta hacerlas incontables. Yamato se acercó a un viejo hombre, musculoso, grande, barbudo y canoso. No llegarían a escuchar bien que decían pero si se llegaba a notar la voz gruesa del hombre.
— Síganme.
Tendrían que cruzar una puerta trasera, ligeramente escondida, para llegar a una pequeña habitación con una mesa, varias sillas y adornos varios. Lo que podría parecer una habitación secreta era más una cómoda sala de estar. Yamato tomó asiento en un sillón colorado individual e invitó a los gennin a hacer lo mismo.
«¿En qué mierda nos habremos metido? ¿Pa' que nos mandamos a ayudar a la gente?»
— Okey, arreglado, síganme que no quiero tener a estos idiotas cerca.— terminó cruzando miradas con los guardias.
A paso rápido los llevaría cruzando el griterío para luego internarse en calles pequeñas que no acumulaban mucha densidad de gente. Los llevó a un edificio venido a menos con una pintura marrón ya bastante desgastada con el paso del tiempo, un frente con muchas ventanas mostraban esculturas pequeñas de madera y una puerta abierta de par de par.
El interior se encontraba bien iluminado, limpio y prolijo a pesar del peso de los años con esculturas que se multiplicaban hasta hacerlas incontables. Yamato se acercó a un viejo hombre, musculoso, grande, barbudo y canoso. No llegarían a escuchar bien que decían pero si se llegaba a notar la voz gruesa del hombre.
— Síganme.
Tendrían que cruzar una puerta trasera, ligeramente escondida, para llegar a una pequeña habitación con una mesa, varias sillas y adornos varios. Lo que podría parecer una habitación secreta era más una cómoda sala de estar. Yamato tomó asiento en un sillón colorado individual e invitó a los gennin a hacer lo mismo.
«¿En qué mierda nos habremos metido? ¿Pa' que nos mandamos a ayudar a la gente?»
◘ Hablo ◘ Pienso ◘ Telepatía ◘