7/01/2020, 13:17
Si Zaide se encontraba más alegre, Akame parecía el mismo tipo insondable y taciturno de siempre. Era evidente que dejar atrás las tierras de la Espiral le había supuesto un cambio radical en sus ánimos, pero más que inyectarle una buena dosis de jovialidad, simplemente el Uchiha había vuelto a su fachada habitual; sereno, callado y muy observador. No le había pasado desapercibido que Zaide manifestaba un evidente apego por aquella tierra, la que —según él— le vió crecer. Pese a la vida atribulada que había llevado, aún guardaba sentimientos para su hogar en el corazón. Akame pensó si quizás él no sentía lo mismo con Uzu.
De repente, la voz del veterano le sobresaltó. El joven de los Uchiha se estaba encendiendo en ese momento un cigarrillo, que casi se le cayó de las manos, cuando Zaide le pidió que le contara la anécdota. Akame resopló, resignado.
—Supongo que te lo debo por darle una tunda al Gran Dragón —admitió—. Muy bien. Pasó en el último gran Examen de Chuunin, donde las tres Aldeas pactaron reunirse en Uzushiogakure para las pruebas. Yo estaba a cargo de supervisar la seguridad de la última, que consistía en una serie de combates al mejor de uno en el Estadio de la Villa.
¡Qué lejano parecía ahora todo aquello! El exjōnin se colocó el pitillo en los labios y lo encendió.
—Resultó y pasó que uno de los enfrentamientos era la jinchuuriki de Amegakure contra Uchiha Datsue. Uno de los Hermanos del Desierto —relató sin vergüenza, rajando de arriba a abajo varios secretos celosamente guardados por las respectivas Villas—. Datsue tenía en ese momento rango genin, pero había sido jōnin antes de ser degradado por... Ser un broncas, principalmente. Así que ya te puedes imaginar: barrió el suelo con la chica de Ame.
Fumó un par de caladas, saboreando el tabaco.
—Ella perdió los nervios, el bijuu tomó el mando... Y el resto es historia, como dicen. Antes de que ninguno de los encargados de la seguridad pudiéramos intervenir, aquel monstruo ya había disparado una bomba bijuu gigantesca contra una de las gradas de espectadores. En circunstancias normales eso habría resultado en cientos de muertos, pero... Datsue absorbió la bijuudama con su Mangekyō izquierdo. Literalmente, la chupó como una puta en verbena.
De repente, la voz del veterano le sobresaltó. El joven de los Uchiha se estaba encendiendo en ese momento un cigarrillo, que casi se le cayó de las manos, cuando Zaide le pidió que le contara la anécdota. Akame resopló, resignado.
—Supongo que te lo debo por darle una tunda al Gran Dragón —admitió—. Muy bien. Pasó en el último gran Examen de Chuunin, donde las tres Aldeas pactaron reunirse en Uzushiogakure para las pruebas. Yo estaba a cargo de supervisar la seguridad de la última, que consistía en una serie de combates al mejor de uno en el Estadio de la Villa.
¡Qué lejano parecía ahora todo aquello! El exjōnin se colocó el pitillo en los labios y lo encendió.
—Resultó y pasó que uno de los enfrentamientos era la jinchuuriki de Amegakure contra Uchiha Datsue. Uno de los Hermanos del Desierto —relató sin vergüenza, rajando de arriba a abajo varios secretos celosamente guardados por las respectivas Villas—. Datsue tenía en ese momento rango genin, pero había sido jōnin antes de ser degradado por... Ser un broncas, principalmente. Así que ya te puedes imaginar: barrió el suelo con la chica de Ame.
Fumó un par de caladas, saboreando el tabaco.
—Ella perdió los nervios, el bijuu tomó el mando... Y el resto es historia, como dicen. Antes de que ninguno de los encargados de la seguridad pudiéramos intervenir, aquel monstruo ya había disparado una bomba bijuu gigantesca contra una de las gradas de espectadores. En circunstancias normales eso habría resultado en cientos de muertos, pero... Datsue absorbió la bijuudama con su Mangekyō izquierdo. Literalmente, la chupó como una puta en verbena.