8/01/2020, 17:40
El tiempo pareció ralentizarse por unos segundos, como si todos supiesen, o intuyesen, que estaban en un momento crítico. La líder de la banda, y sus acompañantes, porque sabía que no todos aceptaban de buen grado ser saqueados una buena mañana. Y sabía que ese momento en el que revisaban sus cartas, y sopesaban si valía la pena hacer all in o perder el bote por aquella partida, era impredecible. Zaide, porque había visto en Akame un súbito bajonazo de chakra. Y, una de las bandidas…
Bueno, una de las bandidas simplemente se desconectó del mundo.
—Ey. ¿Qué te pasa? —preguntó, alarmada, su compañera. La kunoichi no había caído desmayada, pero sí había bajado el arco, y parecía como ida.
—¿¡Qué ocurre ahí!? —quiso saber la líder, inquieta, a treinta metros de distancia. Y treinta metros eran muchos metros como para ver bien, pero sí los suficientes como para dejar volar la imaginación.
De pronto, la kunoichi pareció salir de su trance. Despertó un suspiro de alivio en su compañera, quien vio cómo volvía a ascender el arco y…
… y recibía un flechazo entre ceja y ceja. Fue inesperado, tan repentino y tan violento que cayó al suelo muerta antes siquiera de darse cuenta de lo que había pasado.
—¡¿Qué coño?! —gritó la líder, al otro lado. Su compañera de banda estaba ahora llevándose una mano al carcaj, tensando la cuerda del arco con una nueva flecha y…
¡Disparando hacia ella!
Pero treinta metros eran muchos metros, eso y una puntería no tan precisa bastó para que la esquivase echándose hacia un lado.
—¡Corta coño corta!
Zaide chasqueó la lengua. Había buscado con la mirada a la mujer que empuñaba el machete, pero desde el momento en que se olieron que algo pasaba al otro lado sus ojos no volvieron a encontrarse. Incapaz de hacer sellos, su única mano buena emitió un brillo dorado y el sonido de mil pájaros chirriantes, estallando en centenares de senbons eléctricos que recorrieron el puente en un suspiro e impidiendo que la bandida se acercase a la cuerda que necesitaba cortar. Era eso, o caer achicharrada.
Al mismo tiempo, a su espalda, la mujer que seguía bajo el influjo de Akame había decidido que la mejor forma de matar a su líder era en persona. Así pues, ahora corría a toda velocidad por los delicados tablones, dejando tras de sí lágrimas que se desvanecían en el aire.
Lloraba.
Bueno, una de las bandidas simplemente se desconectó del mundo.
—Ey. ¿Qué te pasa? —preguntó, alarmada, su compañera. La kunoichi no había caído desmayada, pero sí había bajado el arco, y parecía como ida.
—¿¡Qué ocurre ahí!? —quiso saber la líder, inquieta, a treinta metros de distancia. Y treinta metros eran muchos metros como para ver bien, pero sí los suficientes como para dejar volar la imaginación.
De pronto, la kunoichi pareció salir de su trance. Despertó un suspiro de alivio en su compañera, quien vio cómo volvía a ascender el arco y…
… y recibía un flechazo entre ceja y ceja. Fue inesperado, tan repentino y tan violento que cayó al suelo muerta antes siquiera de darse cuenta de lo que había pasado.
—¡¿Qué coño?! —gritó la líder, al otro lado. Su compañera de banda estaba ahora llevándose una mano al carcaj, tensando la cuerda del arco con una nueva flecha y…
¡Disparando hacia ella!
Pero treinta metros eran muchos metros, eso y una puntería no tan precisa bastó para que la esquivase echándose hacia un lado.
—¡Corta coño corta!
Zaide chasqueó la lengua. Había buscado con la mirada a la mujer que empuñaba el machete, pero desde el momento en que se olieron que algo pasaba al otro lado sus ojos no volvieron a encontrarse. Incapaz de hacer sellos, su única mano buena emitió un brillo dorado y el sonido de mil pájaros chirriantes, estallando en centenares de senbons eléctricos que recorrieron el puente en un suspiro e impidiendo que la bandida se acercase a la cuerda que necesitaba cortar. Era eso, o caer achicharrada.
Al mismo tiempo, a su espalda, la mujer que seguía bajo el influjo de Akame había decidido que la mejor forma de matar a su líder era en persona. Así pues, ahora corría a toda velocidad por los delicados tablones, dejando tras de sí lágrimas que se desvanecían en el aire.
Lloraba.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado