8/01/2020, 19:33
Akame se limpió la sangre del rostro con su mano zurda mientras hacía lo mismo con la hoja de su katana en las ropas de la bandida muerta. Luego enfundó la chokutō y se volteó hacia la única superviviente: la líder. Zaide estaba a su lado, y Akame apenas intercambió una breve mirada con él antes de acercarse a la mujer. Lucía tranquilo, y el vaivén que había azotado a su pecho, meneándolo de arriba a abajo durante el combate, empezaba a relajarse. Con movimientos acompasados, el joven renegado recuperaba el aliento... Y la compostura.
—¿De qué Villa eras?
Una pregunta rápida, directa, sin rodeos. Akame examinaba ahora a la única de las forajidas sin bandana como un experto comprador miraría a una pieza de ganado por la que no sabía cuánto dinero estaba dispuesto a pagar. ¿Dependería la vida de aquella ladrona de su respuesta? Era posible...
—¿De qué Villa eras?
Una pregunta rápida, directa, sin rodeos. Akame examinaba ahora a la única de las forajidas sin bandana como un experto comprador miraría a una pieza de ganado por la que no sabía cuánto dinero estaba dispuesto a pagar. ¿Dependería la vida de aquella ladrona de su respuesta? Era posible...