8/01/2020, 19:57
Akame apretó los dientes al escuchar la respuesta. Tenía que matar a una de los suyos... ¿No? En ese momento, el exjōnin no sabía si le daba más rabia el que hubiera tenido la mala suerte de toparse con una excompatriota o que su subconsciente todavía hubiera considerado a la Aldea del Remolino como "los suyos". Suspiró, resignado, pensando en las palabras de Zaide: "a veces somos nosotros los que nos negamos a seguir". Y concluyó que guardaban cierta verdad.
—¿Qué hiciste, uzujin? —quiso saber, curioso.
Su mano izquierda se mantenía sobre su cinturón ninja, mientras con la derecha se masajeaba la barbilla. Pese a que habían sido despachadas con relativa rapidez, aquello había estado cerca... Bastante cerca. «Estoy muy desentrenado», se dijo Akame.
—¿Qué hiciste, uzujin? —quiso saber, curioso.
Su mano izquierda se mantenía sobre su cinturón ninja, mientras con la derecha se masajeaba la barbilla. Pese a que habían sido despachadas con relativa rapidez, aquello había estado cerca... Bastante cerca. «Estoy muy desentrenado», se dijo Akame.