11/01/2020, 18:43
Zaide suspiró. Había pensado lo mismo cuando había oído su objetivo, tantos años atrás. Y él, tan arrogante y tan chulo como era por aquel entonces, se había carcajeado y había asegurado que lo cumpliría. Ya no por obtener el Pacto, sino por mero orgullo. Por mera arrogancia.
Había fracasado, claro, y ese había sido el primer golpe de muchos a sus aires de superioridad. Al final, como acababa pasando con todos tarde o temprano, había caído del pedestal en el que se tenía y ahí estaba, sin amigos, sin un ojo, y sin saber muy bien qué hacer de su puta vida.
En cambio, Akame parecía hecho de otra pasta. Y quizá así lo había visto también la serpiente. ¿Cuál sería su objetivo? ¿A quién cojones tendría que eliminar en el Lago de las Ningyos? No lo sabía. Prefería no preguntar.
—Nos vemos, ¿huh?
Y ambos emprendieron caminos distintos. Uno, hacia su destino. El otro, hacia su nido. Porque si uno quería comprender hacia dónde iba, primero tenía que recordar de dónde venía.
Había fracasado, claro, y ese había sido el primer golpe de muchos a sus aires de superioridad. Al final, como acababa pasando con todos tarde o temprano, había caído del pedestal en el que se tenía y ahí estaba, sin amigos, sin un ojo, y sin saber muy bien qué hacer de su puta vida.
En cambio, Akame parecía hecho de otra pasta. Y quizá así lo había visto también la serpiente. ¿Cuál sería su objetivo? ¿A quién cojones tendría que eliminar en el Lago de las Ningyos? No lo sabía. Prefería no preguntar.
—Nos vemos, ¿huh?
Y ambos emprendieron caminos distintos. Uno, hacia su destino. El otro, hacia su nido. Porque si uno quería comprender hacia dónde iba, primero tenía que recordar de dónde venía.