15/12/2015, 17:33
Cuando recién empezaba a recuperar el aliento perdido, pudo escuchar la agitada voz de Karamaru dirigiéndose a él. Se le notaba bastante cansado, lo cual era de esperarse. Su idea fue la más adecuada para el momento. El buscar un sitio donde descansar y poder curarse las heridas. Antes de poder sugerir algo, una pareja de ancianos se acerco caminando hacia ellos. Al principio fue difícil verlos, pues sus ojos estaban acostumbrados a la oscuridad, por lo que la luz del farol les cegó un poco.
—Joven Kazuma… Pensé que había abandonado el pueblo sin despedirse —Dijo el anciano
—¿Qué estaban haciendo y por que huelen a sangre? —pregunto la anciana temperamental.
—Bueno…
El Ishimura no le dio vueltas al asunto, y de manera resumida les explico que había ocurrido. La pareja de ancianos no parecían sorprendidos, lo cual era de esperarse pues se trataba del líder del pueblo y de su esposa. Ya tenía tiempo lidiando con aquellos ladrones, y estaban acostumbrados a encontrar gente a la que habían hurtado, pero no esperaban escuchar que les habían dado una lección. Incluso les parecía poco creíble.
—Han tenido una noche agitada —Aseguro con tono amable, mientras iluminaba a ambos con el farol—. Vengan a mi hogar y descansen un poco.
—Este no —Dijo la anciana, señalando a Karamaru—. Esa herida esta fea. Lo llevare a mi enfermería para curarle como se debe.
El peliblanco miro un momento a su compañero. Estaría en buenas manos. El anciano bromeaba mucho y la anciana era bastante gruñona, pero eran gente de bien y les darían donde pasar la noche.
—Bueno, supongo que nos veremos luego —le dijo al calvo mientras la anciana le alaba hacia la dirección contraria a la casa del anciano.
—Joven Kazuma… Pensé que había abandonado el pueblo sin despedirse —Dijo el anciano
—¿Qué estaban haciendo y por que huelen a sangre? —pregunto la anciana temperamental.
—Bueno…
El Ishimura no le dio vueltas al asunto, y de manera resumida les explico que había ocurrido. La pareja de ancianos no parecían sorprendidos, lo cual era de esperarse pues se trataba del líder del pueblo y de su esposa. Ya tenía tiempo lidiando con aquellos ladrones, y estaban acostumbrados a encontrar gente a la que habían hurtado, pero no esperaban escuchar que les habían dado una lección. Incluso les parecía poco creíble.
—Han tenido una noche agitada —Aseguro con tono amable, mientras iluminaba a ambos con el farol—. Vengan a mi hogar y descansen un poco.
—Este no —Dijo la anciana, señalando a Karamaru—. Esa herida esta fea. Lo llevare a mi enfermería para curarle como se debe.
El peliblanco miro un momento a su compañero. Estaría en buenas manos. El anciano bromeaba mucho y la anciana era bastante gruñona, pero eran gente de bien y les darían donde pasar la noche.
—Bueno, supongo que nos veremos luego —le dijo al calvo mientras la anciana le alaba hacia la dirección contraria a la casa del anciano.