13/01/2020, 17:35
(Última modificación: 13/01/2020, 17:36 por Uchiha Akame.)
Akame sintió unas ganas enormes de carcajearse en ese momento, de reír a mandíbula batiente hasta que se le doblara la espalda. ¿No tenían los dioses un curioso sentido del humor? De no ser porque sabía que su Sharingan jamás le engañaba —con la notable excepción de Zaide y su técnica del regreso a la vida—, Akame hubiera jurado que aquello era simplemente una broma de mal gusto. Un truco que alguien había preparado para joderle la tarde.
Pero no. Allí estaba, junto a un fuego y quien sería, presumiblemente, su alumno; Uchiha Raito. El que había sido su maestro y mentor en el Remolino durante casi dos años, antes de que todo se fuese al diablo. «Parece que no importa cuanto intente huir de mi pasado, éste siempre es más rápido», se dijo con cierta amargura el Uchiha.
Sin embargo, pronto el ingenio se abrió paso entre el rencor y Akame lo vio bien claro; si en el fortuito encuentro había intervenido la mano de los dioses, había sido sin duda para favorecerle. Y tenía que saber sacar provecho de ello. Porque, ¿no estaban de misión, buscando a una bestia? «¿Por qué no ayudarles a cumplirla exitosamente?». Una sonrisa se dibujó en el rostro maltratado del Uchiha. Desde una posición segura juntó sus manos en un particular sello, y un Kage Bunshin surgió a su lado. Akame le comunicó mediante lenguaje de signos que se quedara allí, vigilando, a la espera de nuevas órdenes. La copia accedió, claro, y oculto entre la maleza pero sin quitar los ojos del dúo de ninjas, vio a su original perderse entre la arboleda.
El verdadero Akame continuaría su camino hacia el Lago, en efecto, porque ya tenía un plan en mente. Encontrar a la serpiente antes que su antiguo maestro y forzar un encuentro "casual" entre víbora y shinobis que no podía desembocar en otra cosa que en su beneficio; o eso pensaba. En principio, si Raito y su alumno mataban a la bestia, él lo tendría tan fácil como recoger su trofeo del cadáver.
Si no...
Pero no. Allí estaba, junto a un fuego y quien sería, presumiblemente, su alumno; Uchiha Raito. El que había sido su maestro y mentor en el Remolino durante casi dos años, antes de que todo se fuese al diablo. «Parece que no importa cuanto intente huir de mi pasado, éste siempre es más rápido», se dijo con cierta amargura el Uchiha.
Sin embargo, pronto el ingenio se abrió paso entre el rencor y Akame lo vio bien claro; si en el fortuito encuentro había intervenido la mano de los dioses, había sido sin duda para favorecerle. Y tenía que saber sacar provecho de ello. Porque, ¿no estaban de misión, buscando a una bestia? «¿Por qué no ayudarles a cumplirla exitosamente?». Una sonrisa se dibujó en el rostro maltratado del Uchiha. Desde una posición segura juntó sus manos en un particular sello, y un Kage Bunshin surgió a su lado. Akame le comunicó mediante lenguaje de signos que se quedara allí, vigilando, a la espera de nuevas órdenes. La copia accedió, claro, y oculto entre la maleza pero sin quitar los ojos del dúo de ninjas, vio a su original perderse entre la arboleda.
El verdadero Akame continuaría su camino hacia el Lago, en efecto, porque ya tenía un plan en mente. Encontrar a la serpiente antes que su antiguo maestro y forzar un encuentro "casual" entre víbora y shinobis que no podía desembocar en otra cosa que en su beneficio; o eso pensaba. En principio, si Raito y su alumno mataban a la bestia, él lo tendría tan fácil como recoger su trofeo del cadáver.
Si no...