13/01/2020, 18:59
Akame, oculto entre la maleza, apretó los dientes y los puños con fuerza mientras asistía a aquella escena entre maestro y alumno. Al oírse mentado por el genin su imaginación voló hacia Uzushio, y pensó en todas las mentiras que Hanabi y los demás estarían contando de él. Las historias de cómo era una puta rata que había tenido que ser sacrificada por traidora, cómo Chokichi era un héroe caído que le había desenmascarado y quién sabe qué otras cosas que le hacían ponerse enfermo sólo de pensarlas. Pero por sobretodo, lo que más rabia le daba era que aquello le importaba. ¿Por qué no era capaz de mandarlos al diablo sin más y alegrarse de que dos sucios uzujin pudieran morir aquella noche?
¿Por qué...?
«Ah, ahí esta. El Lago de las Ningyos, tan tétrico y desapacible como me imaginaba. ¿Por qué demonios vendría ningún chaval aquí en plena noche? Si más bien parece el típico lugar para que te ataque un hombre lobo o algo así...»
El shinobi exploró el lugar con la vista, todavía cauto. Según le había dicho Shikage, su objetivo era una serpiente cambiaformas que se dedicaba a cazar a jóvenes ingenuos seduciéndolos gracias a su exótica apariencia. El siguiente paso, por tanto, estaba claro: Akame no necesitaba encontrar a la serpiente... Necesitaba que ella le encontrase a él.
Realizó unos cuantos sellos, y con un "puf", su apariencia de mercenario broncas y apaleado cambió a la del apuesto... ¡Senju Riko! Un antiguo compañero de profesión, el Guapo, que en su día había acaparado todas las miradas de las chicas de Uzu antes de morir brutalmente asesinado durante la revuelta de Zoku. Akame no tenía reparos en usar su imagen para beneficio propio, claro, aunque hubiese fallecido y en qué trágicas circunstancias. "El muerto al hoyo y el vivo al bollo".
Con aire casual, mientras pegaba pitadas a un cigarrillo, el Uchiha —ahora Riko— se acercó a la orilla del Lago y se quedó allí, parado, admirando la Luna llena. Habría recitado alguna poesía barata, pero le parecía excederse.
¿Por qué...?
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«Ah, ahí esta. El Lago de las Ningyos, tan tétrico y desapacible como me imaginaba. ¿Por qué demonios vendría ningún chaval aquí en plena noche? Si más bien parece el típico lugar para que te ataque un hombre lobo o algo así...»
El shinobi exploró el lugar con la vista, todavía cauto. Según le había dicho Shikage, su objetivo era una serpiente cambiaformas que se dedicaba a cazar a jóvenes ingenuos seduciéndolos gracias a su exótica apariencia. El siguiente paso, por tanto, estaba claro: Akame no necesitaba encontrar a la serpiente... Necesitaba que ella le encontrase a él.
Realizó unos cuantos sellos, y con un "puf", su apariencia de mercenario broncas y apaleado cambió a la del apuesto... ¡Senju Riko! Un antiguo compañero de profesión, el Guapo, que en su día había acaparado todas las miradas de las chicas de Uzu antes de morir brutalmente asesinado durante la revuelta de Zoku. Akame no tenía reparos en usar su imagen para beneficio propio, claro, aunque hubiese fallecido y en qué trágicas circunstancias. "El muerto al hoyo y el vivo al bollo".
Con aire casual, mientras pegaba pitadas a un cigarrillo, el Uchiha —ahora Riko— se acercó a la orilla del Lago y se quedó allí, parado, admirando la Luna llena. Habría recitado alguna poesía barata, pero le parecía excederse.