13/01/2020, 21:13
El Clon de Sombras asistió a la historieta de Raito como un espectador más —aunque de incógnito—, y por un momento la nostalgia le embargó de una forma tan vergonzosa que jamás lo reconocería ante nadie. Allí, en mitad de la oscuridad, entre la maleza que se le metía en los calzones y el aire fresco de la noche en el monte, se encontró añorando aquellos tiempos que relataba su antiguo maestro. Cuando la vida era más simple, cuando había sentido el calor de un hogar y una familia.
Sacudió la cabeza. Mentiras. Todo eso no habían sido más que mentiras. Un espejismo que se deshizo con la facilidad con la que la marea derriba un castillo de arena. Apretó más los puños.
Pero entonces, ¿por qué?
Akame ya se había terminado el primer pitillo. Con gesto perezoso, sacó de su bolsillo un emparedado —había dejado el petate oculto entre el follaje, junto a un árbol lejos de la orilla— y empezó a comerlo con calma. Sus sentidos, no obstante, se mantenían aguzados y alerta.
«Shikage dijo "a la luz de la Luna llena". Supongo que debe faltar poco para que doña Sangre-Fría aparezca...»
Sacudió la cabeza. Mentiras. Todo eso no habían sido más que mentiras. Un espejismo que se deshizo con la facilidad con la que la marea derriba un castillo de arena. Apretó más los puños.
Pero entonces, ¿por qué?
—
Akame ya se había terminado el primer pitillo. Con gesto perezoso, sacó de su bolsillo un emparedado —había dejado el petate oculto entre el follaje, junto a un árbol lejos de la orilla— y empezó a comerlo con calma. Sus sentidos, no obstante, se mantenían aguzados y alerta.
«Shikage dijo "a la luz de la Luna llena". Supongo que debe faltar poco para que doña Sangre-Fría aparezca...»