14/01/2020, 20:26
La ningyo rio ante la ocurrencia de aquel joven, y, divertida, le siguió el juego. Salió del agua con una gracilidad encomiable, revelando que la mitad inferior de su cuerpo tenía forma de pez. ¿O era de serpiente? Se desplazaba serpenteando por el suelo, y usaba su lengua para… ¿orientarse?
—Ratón que te pilla el gato, ratón que te va a pillar —canturreaba despreocupada, sin importarle perderle de vista entre los arbustos—. Ssi no pilla essta noche, mañana te pillará.
Entre la maleza, sin embargo, se detuvo de golpe. Como si algo no acabase de funcionar. Y es que, por mucho que sacase la lengua para saborear el ambiente… no lo encontraba. No encontraba su aroma. Su sabor.
Akame siguió corriendo, escondiéndose entre la maleza. El bosque estaba lleno de árboles en aquella parte. No podía dar más de tres pasos sin tener que cambiar el rumbo para evitar un tronco, un arbusto, o una abrupta elevación en el camino.
Había dejado atrás a la ningyo, y la oscuridad lo envolvía todo. Por un momento, tan solo oyó silencio. Hasta que...
—¡Cuidado, Daiku!
—¡… es una mujer en apuros!
—¡CUIDADO HE DICHO!
Al este de su posición, los gritos llegaron acompañados del sonido de un gran vendaval. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Se habrían topado con la serpiente? No era capaz de distinguir nada desde aquella posición —había demasiada maleza para que incluso su Sharingan la traspasase y captase un brillo de chakra—, pero sí fue capaz de oír cosas. Un chillido. Un grito de guerra.
—¡Oh! ¡¿Uchiha?! —Era la misma voz que antes, pero mucho más potente, como si le hubiesen dado un megáfono, o la garganta desde la que hablaba fuese mucho más grande—. ¡Naia sse pondrá muy contenta cuando lo ssepa!
El sonido de algo de grandes dimensiones colisionando contra el suelo.
—Ratón que te pilla el gato, ratón que te va a pillar —canturreaba despreocupada, sin importarle perderle de vista entre los arbustos—. Ssi no pilla essta noche, mañana te pillará.
Entre la maleza, sin embargo, se detuvo de golpe. Como si algo no acabase de funcionar. Y es que, por mucho que sacase la lengua para saborear el ambiente… no lo encontraba. No encontraba su aroma. Su sabor.
Akame es irrastreable por el olor gracias a su Mérito Inodoro
Akame siguió corriendo, escondiéndose entre la maleza. El bosque estaba lleno de árboles en aquella parte. No podía dar más de tres pasos sin tener que cambiar el rumbo para evitar un tronco, un arbusto, o una abrupta elevación en el camino.
Había dejado atrás a la ningyo, y la oscuridad lo envolvía todo. Por un momento, tan solo oyó silencio. Hasta que...
—¡Cuidado, Daiku!
—¡… es una mujer en apuros!
—¡CUIDADO HE DICHO!
Al este de su posición, los gritos llegaron acompañados del sonido de un gran vendaval. ¿Qué estaba ocurriendo? ¿Se habrían topado con la serpiente? No era capaz de distinguir nada desde aquella posición —había demasiada maleza para que incluso su Sharingan la traspasase y captase un brillo de chakra—, pero sí fue capaz de oír cosas. Un chillido. Un grito de guerra.
—¡Oh! ¡¿Uchiha?! —Era la misma voz que antes, pero mucho más potente, como si le hubiesen dado un megáfono, o la garganta desde la que hablaba fuese mucho más grande—. ¡Naia sse pondrá muy contenta cuando lo ssepa!
¡¡¡BAAAAMMMMM!!!!
El sonido de algo de grandes dimensiones colisionando contra el suelo.
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