14/01/2020, 20:48
«Eso es, víbora zalamera, ven con papá... Ven con papá...»
¿Sabían que Uchiha Akame, desde que tenía memoria, había gozado de una peculiaridad sumamente banal y que hasta la fecha le había pasado casi desapercibida hasta a él mismo? Su olor corporal era inexistente. Esta condición nunca fue examinada por un médico o diagnosticada apropiadamente, de modo que el joven Uchiha ignoraba cuál era la causa de este fenómeno, pero lo cierto era que en efecto su olor personal era inrastreable... Como acababa de descubrir aquella serpiente vestida de mujer. Sin quererlo, el propio Akame había ejercido una fortuita ventaja para que su plan saliera a pedir de boca.
Se detuvo cuando escuchó los primeros ruidos de lucha. Todavía cauto y sigiloso, escaló al primer árbol que pudo con ayuda de sus habilidades ninja y fue saltando de rama en rama para aproximarse al origen de los sonidos. Por encima de todo no quería acercarse ni remotamente lo suficiente como para que una técnica mal lanzada o un arma perdida pudieran alcanzarle, pero tampoco estaba dispuesto a perderse ni un compás de la pelea que —esperaba Akame— se había desatado en el bosque.
¿Estarían Raito y su alumno a la altura?
¿Sabían que Uchiha Akame, desde que tenía memoria, había gozado de una peculiaridad sumamente banal y que hasta la fecha le había pasado casi desapercibida hasta a él mismo? Su olor corporal era inexistente. Esta condición nunca fue examinada por un médico o diagnosticada apropiadamente, de modo que el joven Uchiha ignoraba cuál era la causa de este fenómeno, pero lo cierto era que en efecto su olor personal era inrastreable... Como acababa de descubrir aquella serpiente vestida de mujer. Sin quererlo, el propio Akame había ejercido una fortuita ventaja para que su plan saliera a pedir de boca.
Se detuvo cuando escuchó los primeros ruidos de lucha. Todavía cauto y sigiloso, escaló al primer árbol que pudo con ayuda de sus habilidades ninja y fue saltando de rama en rama para aproximarse al origen de los sonidos. Por encima de todo no quería acercarse ni remotamente lo suficiente como para que una técnica mal lanzada o un arma perdida pudieran alcanzarle, pero tampoco estaba dispuesto a perderse ni un compás de la pelea que —esperaba Akame— se había desatado en el bosque.
¿Estarían Raito y su alumno a la altura?