15/01/2020, 10:37
—Pché —Daruu chasqueó la lengua, herido en su orgullo como Hyūga, e hinchó el pecho—. No sé con quien os creéis que estáis hablando, pero parece que seáis vosotros los Hyūga y no yo —Se señaló el ojo izquierdo, al tiempo que las venas alrededor de estos se hinchaban de aquella manera tan inquietante cuando activaba el Byakugan—. Mis ojos son la mejor salvaguarda que tenemos en el bosque. Puedo vigilar para que no nos ataquen por la espalda. No sufro apenas fatiga visual por tenerlos activados un tiempo moderadamente prolongado, simplemente debo tener cuidado con el chakra —les explicó, sumamente serio, y después clavó una rodilla en el suelo—. Cuando tengo que rastrear algo a largas distancias es cuando tengo que usarlo más dispersamente. Apartaos un momento, que acabo de tener una idea.
Kōri y Ayame se hicieron a un lado, mientras Daruu entrecerraba los ojos en un gesto de concentración.
—Puedo buscar el asentamiento más cercano antes de ponernos a vagar sin rumbo, aprovechando que desde aquí se ven las cosas con algo más de distan...
Las palabras murieron en su garganta, y todo color abandonó las mejillas del muchacho.
—¿Qué ocurre, Daruu? —preguntó Ayame, preocupada. ¿Acaso había encontrado a Yokuna? ¿Acaso lo había encontrado...?
—A las doce menos cinco desde mi posición. Hay dos personas persiguiendo a una niña. Uno de ellos lleva un hacha —Daruu miró a Ayame de forma significativa, y esta no tardó ni dos segundos en comprender lo que le estaba diciendo con la mirada—. ¡Rápido!
Ayame miró momentáneamente a su hermano mayor, y este asintió en silencio. Con la afirmación de ambos jonin, la kunoichi se lanzó a la carrera. Corrió con todas sus fuerzas. Corrió como sólo ella podía hacerlo. Corrió como un guepardo tras la estela de su presa. Sus piernas se movían en largas y rápidas zancadas y en cuestión de segundos Ayame se internó entre los árboles del bosque. Daruu no le había indicado la distancia a la que se encontraban, pero ella confió en su velocidad y en sus sentidos para encontrar a la niña y protegerla de sus perseguidores. Pero tenía que darse prisa, o su cuerpo no sería de aguantar el ritmo.
«¿Serán exiliados? ¿Tan lejos han llegado que ahora atacan a niños indefensos?» Se preguntó, entre respiraciones agitadas para mantener sus pulmones siempre oxigenados. [psub=dodgerblue]¡Aguanta, por favor, aguanta! ¡Ya voy![/color]
Kōri y Ayame se hicieron a un lado, mientras Daruu entrecerraba los ojos en un gesto de concentración.
—Puedo buscar el asentamiento más cercano antes de ponernos a vagar sin rumbo, aprovechando que desde aquí se ven las cosas con algo más de distan...
Las palabras murieron en su garganta, y todo color abandonó las mejillas del muchacho.
—¿Qué ocurre, Daruu? —preguntó Ayame, preocupada. ¿Acaso había encontrado a Yokuna? ¿Acaso lo había encontrado...?
—A las doce menos cinco desde mi posición. Hay dos personas persiguiendo a una niña. Uno de ellos lleva un hacha —Daruu miró a Ayame de forma significativa, y esta no tardó ni dos segundos en comprender lo que le estaba diciendo con la mirada—. ¡Rápido!
Ayame miró momentáneamente a su hermano mayor, y este asintió en silencio. Con la afirmación de ambos jonin, la kunoichi se lanzó a la carrera. Corrió con todas sus fuerzas. Corrió como sólo ella podía hacerlo. Corrió como un guepardo tras la estela de su presa. Sus piernas se movían en largas y rápidas zancadas y en cuestión de segundos Ayame se internó entre los árboles del bosque. Daruu no le había indicado la distancia a la que se encontraban, pero ella confió en su velocidad y en sus sentidos para encontrar a la niña y protegerla de sus perseguidores. Pero tenía que darse prisa, o su cuerpo no sería de aguantar el ritmo.
«¿Serán exiliados? ¿Tan lejos han llegado que ahora atacan a niños indefensos?» Se preguntó, entre respiraciones agitadas para mantener sus pulmones siempre oxigenados. [psub=dodgerblue]¡Aguanta, por favor, aguanta! ¡Ya voy![/color]
Aguante 40
Agilidad 100
Agilidad 100