15/01/2020, 17:05
El grito de Raito consiguió captar su atención apenas un segundo antes que los restos de piel mudada de la serpiente. Mientras su cerebro trabajaba a toda velocidad, Akame —que apenas había sacado la cabeza y poco más de debajo de la tierra— no apartaba los ojos de la figura de su antiguo maestro. Sabía bien que aquel cabronazo podía ser totalmente implacable cuando se lo proponía y no pensaba darle ni una sola oportunidad.
Por fortuna para el joven exiliado, era rápido a la hora de atar cabos. «Esa piel es una muda, y el temblor de antes... Se prolongó durante unos segundos después de que esta bola de sebo cayera sobre nosotros. ¡Hija de...!» Sin siquiera dedicarle una palabra a su antiguo sensei, Akame volvió a sumergirse bajo tierra para tratar de rastrear a la presa; que, si no estaba equivocado, había empleado la misma vía de escape que él: el subsuelo.
«Condenados uzujin, sólo han conseguido ahuyentarla...»
Por fortuna para el joven exiliado, era rápido a la hora de atar cabos. «Esa piel es una muda, y el temblor de antes... Se prolongó durante unos segundos después de que esta bola de sebo cayera sobre nosotros. ¡Hija de...!» Sin siquiera dedicarle una palabra a su antiguo sensei, Akame volvió a sumergirse bajo tierra para tratar de rastrear a la presa; que, si no estaba equivocado, había empleado la misma vía de escape que él: el subsuelo.
«Condenados uzujin, sólo han conseguido ahuyentarla...»