15/01/2020, 22:48
(Última modificación: 15/01/2020, 22:49 por Uchiha Akame.)
Oh sí. Akame se había metido en un buen lío. Incluso aunque le había dado tiempo a volver a meter la cabeza dentro de la tierra antes de recibir ningún ataque por parte de Raito o su pupilo, se sintió rodeado. La serpiente venía por abajo, como un tiburón directo hacia su presa, y en la superficie el Uchiha había podido sentir a su antiguo maestro perdiendo contacto con el suelo; probablemente saltando para ejecutar algún tipo de jutsu en área a la espera de que él volviera a asomar la cocorota. Estaba jodido, le tenían en una pinza mortal de la que no iba a poder salir... ¿O sí?
Mientras sentía al enorme reptil acercarse a toda velocidad hacia él, Akame empezó a ascender hacia la superficie y sus manos se entrelazaron en una corta secuencia de sellos.
«¡Doton! ¡Doryūkatsu!»
Al canalizar su chakra a su alrededor, la mismísima tierra se partiría en dos a su alrededor y sobre su cabeza, como el tejado de un viejo templo, para quedar dividida en dos fragmentos elevados y despejados en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Esto, inevitablemente, impulsaría al joven Uchiha hacia arriba y abriría la propia tierra sobre su cabeza para facilitarle la salida. Akame no perdería entonces un instante, tratando de identificar la posible agresión y preparándose para tratar de esquivar el ataque que —pensaba él— vendría por parte de Raito. La segunda parte de su estratagema era que al abrir una brecha en el suelo, dejaría al descubierto la cabeza de la serpiente y de precipitarse alguna ofensiva sobre el suelo, ella lo recibiría.
Mientras sentía al enorme reptil acercarse a toda velocidad hacia él, Akame empezó a ascender hacia la superficie y sus manos se entrelazaron en una corta secuencia de sellos.
«¡Doton! ¡Doryūkatsu!»
Al canalizar su chakra a su alrededor, la mismísima tierra se partiría en dos a su alrededor y sobre su cabeza, como el tejado de un viejo templo, para quedar dividida en dos fragmentos elevados y despejados en un ángulo de cuarenta y cinco grados. Esto, inevitablemente, impulsaría al joven Uchiha hacia arriba y abriría la propia tierra sobre su cabeza para facilitarle la salida. Akame no perdería entonces un instante, tratando de identificar la posible agresión y preparándose para tratar de esquivar el ataque que —pensaba él— vendría por parte de Raito. La segunda parte de su estratagema era que al abrir una brecha en el suelo, dejaría al descubierto la cabeza de la serpiente y de precipitarse alguna ofensiva sobre el suelo, ella lo recibiría.