16/01/2020, 20:19
Ni desayunos, ni comidas, ni cenas; el humilde local de Nanashi no destacaba por ninguna de ellas, pero si de algo podía presumir era de la mucha dedicación y cariño con el que trabajaba, con lo que acabo ganándose una adepta clientela.
Como muchas mañanas, Nanashi tenia que ocuparse de ir a los mercados a por algo de género; pero se levantó antes para limpiar y ordenar el local, ya que la noche anterior fue agotadora y decidió dejarlo para aquella mañana; aunque no pudo levantarse muy temprano por su cansancio, si llegaba alguien mientras estaba fuera, podía encargarle a Ren que se ocupara como otras tantas veces. Tras poner orden, levantó las sillas que estaban sueltas encima de la barra, para posteriormente pasar el cepillo, pero cuando estaba acabando, algo golpeo la puerta repetidas veces en señal de advertencia.
— Tsss... Siempre tan puntual. De verdad, como se nota que los viejos no tenéis nada que hacer ¿Eh, Oda? — respondió cepillo en mano acercándose a la puerta, pero tras quitar el seguro y moverla a aun lado, no se hallaba su amigo de confianza, si no un perro bien grandote.
— ¿Uh? ¿Vienes buscando restos? ¿Ya se han chivado los gatos? — prestó algo más de atención, fijándose la bandera de Amegakure alrededor de su cuello, y de un rollo que en comparación a el canino, era enano. — Será para la cabeza hueca de Ren; anda no te quedes ahí parado, que vas a acabar con moquillo, pasa mientras voy a despertar a esa vaga.
Como muchas mañanas, Nanashi tenia que ocuparse de ir a los mercados a por algo de género; pero se levantó antes para limpiar y ordenar el local, ya que la noche anterior fue agotadora y decidió dejarlo para aquella mañana; aunque no pudo levantarse muy temprano por su cansancio, si llegaba alguien mientras estaba fuera, podía encargarle a Ren que se ocupara como otras tantas veces. Tras poner orden, levantó las sillas que estaban sueltas encima de la barra, para posteriormente pasar el cepillo, pero cuando estaba acabando, algo golpeo la puerta repetidas veces en señal de advertencia.
— Tsss... Siempre tan puntual. De verdad, como se nota que los viejos no tenéis nada que hacer ¿Eh, Oda? — respondió cepillo en mano acercándose a la puerta, pero tras quitar el seguro y moverla a aun lado, no se hallaba su amigo de confianza, si no un perro bien grandote.
— ¿Uh? ¿Vienes buscando restos? ¿Ya se han chivado los gatos? — prestó algo más de atención, fijándose la bandera de Amegakure alrededor de su cuello, y de un rollo que en comparación a el canino, era enano. — Será para la cabeza hueca de Ren; anda no te quedes ahí parado, que vas a acabar con moquillo, pasa mientras voy a despertar a esa vaga.