17/01/2020, 00:57
Las horas pasaron y llegó la hora de la siesta... Una que quizá se alargó más de lo debido por el largo viaje a pie que había tenido que recorrer el Inuzuka. Yukari se había acercado a la puerta, temió tocar con fuerza y sólo propinó unos golpecitos suaves que al final terminaron siendo inaudibles. Observó a la puerta, observó a sus pies y luego mejor regresó por donde vino. ¿Para qué iba a despertarle? ¿Para decirle que no tenía más cena que pan con algo de queso? Prefería mejor disimular la pobreza y esperaría a la mañana siguiente para ofrecer una comida más decente al nuevo trabajador.
Pero el sueño del Inuzuka no era tan pesado para quedarse cuajado hasta la salida del sol. El perro sería el primero en notar un ruido fuerte en las afueras, uno similar a las ruedas de un carruaje. Kito sería el segundo en percatarse del sonido. Parecía provenir justo de las afueras, como para ignorarlo. Aún no había amanecido, siendo que la oscuridad aún reinaba y la única luz que se filtraba en la ventana de aquel diminuto cuarto era la de la luna en plenitud y su séquito de estrellas.
Pero el sueño del Inuzuka no era tan pesado para quedarse cuajado hasta la salida del sol. El perro sería el primero en notar un ruido fuerte en las afueras, uno similar a las ruedas de un carruaje. Kito sería el segundo en percatarse del sonido. Parecía provenir justo de las afueras, como para ignorarlo. Aún no había amanecido, siendo que la oscuridad aún reinaba y la única luz que se filtraba en la ventana de aquel diminuto cuarto era la de la luna en plenitud y su séquito de estrellas.
![[Imagen: 7FT8VMk.gif]](https://i.imgur.com/7FT8VMk.gif)
