16/12/2015, 15:16
Un susto se llevo el calvo al ver dos figuras arrugadas enfrente de él al haber levantado la cabeza. Primero se escucho una voz ronca de hombre, y luego, una voz fina y elegante de mujer. Parecían una pareja de ancianos que ya conocían a su compañero de batalla. Seguramente, Kazuma estuvo un rato largo dando vueltas por ese pueblo antes de descender hacia las costas que en ese momento reflejaban el atardecer. Ahora, el cielo solo era un manto negro con estrellas que asombraba a cualquiera que levantara la vista.
Joven Kazuma… Pensé que había abandonado el pueblo sin despedirse
¿Qué estaban haciendo y por que huelen a sangre?
Karamaru ni trató de hablar. Solo se puso erguido y puso sus manos sobre su cadera, todavía cansado. El peliblanco contó todo, rápido y conciso y Karamaru se limitó a agregar algún que otro comentario. Aunque todavía el pelado seguía sin entender que hacían esos ancianos ahí, y porque parecían que entendían lo que Kazuma estaba diciendo. Estaban calmos y serenos, por lo menos por fuera, y un poco de nostalgia se apodero de Karamaru. La calma, una virtud tan preciada por sus maestros que él todavía no podía llegar a dominar.
Ya era cómodo y reconfortante estar frente a la luz de la farola que dejaba ver a los miembros de esa conversación, aunque sea, las caras de los otros. Y aun más cuando el anciano los invitó a residir en su morada. Trataba de resistir los deseos siempre que podía para hacerse un poco más fuerte cada vez, pero el hambre que tenía no era normal. Necesitaba comer, tomar y descansar cuanto antes, pero no lo dejarían.
Este no - Dijo la anciana, señalandole- Esa herida esta fea. Lo llevare a mi enfermería para curarle como se debe.
Fue lo que escucho de la suave voz de esa mujer que lo desilusionó un poco. Pero tenía razón, los cortes menores no eran nada, parecían simples cortes con una rama o una hoja de papel, pero el que tenía en el hombro dolía. Era profundo, aunque por lo menos ya no le salía sangre. Sus vendas negras estaban mojadas de ese grueso y espeso líquido rojo que le empezaba a molestar. Miró a Kazuma, tratando de encontrar la respuesta a si era lo mejor separarse y verse después, y lo único que recibió fue una despedida.
La anciana comenzó a caminar para un lado, el anciano para otro, y Karamaru levantando la vista al cielo antes de caminar la siguió. En dirección a la enfermaría caminaba uno o dos pasos atrás de la mujer. En completo silencio.
«¿Por qué a mi? Tenia hambre» pensaba mientras se frotaba la panza con su brazo sano, el derecho.
Joven Kazuma… Pensé que había abandonado el pueblo sin despedirse
¿Qué estaban haciendo y por que huelen a sangre?
Karamaru ni trató de hablar. Solo se puso erguido y puso sus manos sobre su cadera, todavía cansado. El peliblanco contó todo, rápido y conciso y Karamaru se limitó a agregar algún que otro comentario. Aunque todavía el pelado seguía sin entender que hacían esos ancianos ahí, y porque parecían que entendían lo que Kazuma estaba diciendo. Estaban calmos y serenos, por lo menos por fuera, y un poco de nostalgia se apodero de Karamaru. La calma, una virtud tan preciada por sus maestros que él todavía no podía llegar a dominar.
Ya era cómodo y reconfortante estar frente a la luz de la farola que dejaba ver a los miembros de esa conversación, aunque sea, las caras de los otros. Y aun más cuando el anciano los invitó a residir en su morada. Trataba de resistir los deseos siempre que podía para hacerse un poco más fuerte cada vez, pero el hambre que tenía no era normal. Necesitaba comer, tomar y descansar cuanto antes, pero no lo dejarían.
Este no - Dijo la anciana, señalandole- Esa herida esta fea. Lo llevare a mi enfermería para curarle como se debe.
Fue lo que escucho de la suave voz de esa mujer que lo desilusionó un poco. Pero tenía razón, los cortes menores no eran nada, parecían simples cortes con una rama o una hoja de papel, pero el que tenía en el hombro dolía. Era profundo, aunque por lo menos ya no le salía sangre. Sus vendas negras estaban mojadas de ese grueso y espeso líquido rojo que le empezaba a molestar. Miró a Kazuma, tratando de encontrar la respuesta a si era lo mejor separarse y verse después, y lo único que recibió fue una despedida.
La anciana comenzó a caminar para un lado, el anciano para otro, y Karamaru levantando la vista al cielo antes de caminar la siguió. En dirección a la enfermaría caminaba uno o dos pasos atrás de la mujer. En completo silencio.
«¿Por qué a mi? Tenia hambre» pensaba mientras se frotaba la panza con su brazo sano, el derecho.
"El miedo es el camino al lado oscuro. El miedo lleva a la ira, la ira al odio, el odio al sufrimiento, y el sufrimiento al lado oscuro"
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘
-Maestro Yoda.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘