18/01/2020, 20:10
(Última modificación: 25/04/2020, 16:48 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
—No, no hay nadie más. Eso también me preocupa —contestó Daruu—. Las huellas sí están. Los tres pares. Y acaban en el borde del precipicio...
El muchacho sintió una terrible ansiedad creciendo en su pecho.
Yokuna levantó una ceja cuando Ayame le confesó que había estado intentando averiguar si se trataba de él de verdad. Pues claro que era él, si no, ¿por qué iba a salvarla de la muerte? La habría dejado caérse. La muchacha le dio la información que necesitaba saber: que Yui había enviado también a un Hyūga. También le contó cómo había acabado allí.
—¡Ay! Seguro que ahora deben estar buscándome por todo el bosque...
—Bien. Eso es precisamente lo que quiero que hagan. Que te rastreen y que vengan hasta aquí —contestó él, sin embargo—. El Byakugan nos da una ventaja increíble, necesitaremos sus habilidades, pero antes, dime...
—¿Quiénes son los otros dos niños? —Ayame interrumpió a Yokuna, quien chasqueó la lengua.
—Huérfanos. Los exiliados mataron a sus padres a sangre fría. Ahora no sé qué hacer con ellos. Han habido más, muertos incluso. La niña es de Claro de Hitoya, un pequeño asentamiento de cuatro casas cerca de aquí. Los demás son de Iryūshima, al este. —informó—. Ya no vive nadie en ninguno de los dos.
»Oye, ¿alguno de vosotros tiene otra habilidad de rastreo? Ahora que somos cuatro, quiero saber si podemos dividir nuestros esfuerzos o tenemos que gravitar todos entorno al Hyūga.
El muchacho sintió una terrible ansiedad creciendo en su pecho.
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Yokuna levantó una ceja cuando Ayame le confesó que había estado intentando averiguar si se trataba de él de verdad. Pues claro que era él, si no, ¿por qué iba a salvarla de la muerte? La habría dejado caérse. La muchacha le dio la información que necesitaba saber: que Yui había enviado también a un Hyūga. También le contó cómo había acabado allí.
—¡Ay! Seguro que ahora deben estar buscándome por todo el bosque...
—Bien. Eso es precisamente lo que quiero que hagan. Que te rastreen y que vengan hasta aquí —contestó él, sin embargo—. El Byakugan nos da una ventaja increíble, necesitaremos sus habilidades, pero antes, dime...
—¿Quiénes son los otros dos niños? —Ayame interrumpió a Yokuna, quien chasqueó la lengua.
—Huérfanos. Los exiliados mataron a sus padres a sangre fría. Ahora no sé qué hacer con ellos. Han habido más, muertos incluso. La niña es de Claro de Hitoya, un pequeño asentamiento de cuatro casas cerca de aquí. Los demás son de Iryūshima, al este. —informó—. Ya no vive nadie en ninguno de los dos.
»Oye, ¿alguno de vosotros tiene otra habilidad de rastreo? Ahora que somos cuatro, quiero saber si podemos dividir nuestros esfuerzos o tenemos que gravitar todos entorno al Hyūga.