19/01/2020, 17:21
(Última modificación: 19/01/2020, 17:21 por Amedama Daruu.)
Yokuna hizo un ademán con la mano derecha, restándose importancia.
—Oh, no de la misma forma que tú, no —dijo—. Lo mío es simple ingenio y un poco de ayuda con la transformación elemental de viento. Ya lo verás luego, seguramen... —De pronto, el hombre quedó paralizado en el sitio, con los ojos muy abiertos—. ¿Tú también lo has notado?
Oh, desde luego que lo había notado. Ayame había sentido una sacudida en el centro del pecho. Su Percepción le permitió, una vez más, detectar la presencia de dos chakras adicionales a los suyos en los alrededores.
»Estate alerta. —Yokuna se separó de la pared y retrocedió dos pasos de la entrada de la cueva—. No queremos que nos ataquen por...
Fuuuoooshhh. Una ráfaga de viento les hizo retroceder unos pasos más. Ante ellos descendió un enorme búho nival blanco.
—¡Sorpresaaaa! —Daruu sujetaba en ambas manos sus Futatsu Mukei esgrimiendo una sonrisa traviesa. A su lado, Kori mantenía el rostro más Kori que era capaz de mantener—. ¿Amigo o enemigo? —preguntó Daruu, mirando a Yokuna.
—Je. Amigo, Hyuuga. Amigo.
—Me llamo Amedama Daruu —gruñó él, dando un salto y aterrizando en la cueva. Con un movimiento de muñecas, guardó las espadas—. ¿Amatsu Yokuna? —preguntó, observando la placa de shinobi de Amegakure que colgaba discreta desde su cintura, atada a un cordel junto con una de jounin.
—Amatsu Yokuna —asintió él—. Curiosas, esas espadas.
Daruu se acarició bajo la nariz, orgulloso.
—Oh, no de la misma forma que tú, no —dijo—. Lo mío es simple ingenio y un poco de ayuda con la transformación elemental de viento. Ya lo verás luego, seguramen... —De pronto, el hombre quedó paralizado en el sitio, con los ojos muy abiertos—. ¿Tú también lo has notado?
Oh, desde luego que lo había notado. Ayame había sentido una sacudida en el centro del pecho. Su Percepción le permitió, una vez más, detectar la presencia de dos chakras adicionales a los suyos en los alrededores.
»Estate alerta. —Yokuna se separó de la pared y retrocedió dos pasos de la entrada de la cueva—. No queremos que nos ataquen por...
Fuuuoooshhh. Una ráfaga de viento les hizo retroceder unos pasos más. Ante ellos descendió un enorme búho nival blanco.
—¡Sorpresaaaa! —Daruu sujetaba en ambas manos sus Futatsu Mukei esgrimiendo una sonrisa traviesa. A su lado, Kori mantenía el rostro más Kori que era capaz de mantener—. ¿Amigo o enemigo? —preguntó Daruu, mirando a Yokuna.
—Je. Amigo, Hyuuga. Amigo.
—Me llamo Amedama Daruu —gruñó él, dando un salto y aterrizando en la cueva. Con un movimiento de muñecas, guardó las espadas—. ¿Amatsu Yokuna? —preguntó, observando la placa de shinobi de Amegakure que colgaba discreta desde su cintura, atada a un cordel junto con una de jounin.
—Amatsu Yokuna —asintió él—. Curiosas, esas espadas.
Daruu se acarició bajo la nariz, orgulloso.