20/01/2020, 16:17
Ayame se estremeció nuevamente al ver las nubes arremolinándose en los iris de Yui a medida de Daruu hablaba, aquel relámpago sin trueno que cruzaba sus ojos cada vez que escuchaba el nombre de Uchiha Datsue pronunciado en sus labios... La tormenta estaba a punto de desatarse.
«Nos va a matar. Nos va a matar. Nosvaamatar. Nosvaamatarnosvaamatarnosvaamatarnosvaamatar...»
Y entonces su sonrisa se ensanchó, como una hilera de afilados cuchillos apuntando directamente a sus cuellos...
—Así que llegasteis, visteis y vencisteis —repitió las palabras de Daruu, y de repente soltó una estruendosa carcajada—. ¡Con un par de huevos y muchos ovarios, ¿eh?! ¡No esperaba menos de mis dos ninjas más prometedores, hostia!
El golpetazo que su puño dio en la mesa hizo que Ayame pegara un brinco en el sitio. Los papeles saltaron por la inercia. Y la Arashikage seguía riéndose a mandíbula batiente.
—A un puto General. ¡Así me gusta, coño! Ya era hora de tumbar a uno de esos hijos de puta. Y no podía ser por otra mano que la nuestra. Bueno, bueno, quiero un informe detallado de cómo sucedió todo y… Un momento —Yui se detuvo un momento. La euforia se apagó de repente en su rostro.
«Oh, oh...»
—¿Tú también fuiste, Ayame? ¿Fuiste directa a un General siendo como eres la Guardiana del Gobi?
Allí estaba. Ayame se encontró cara a cara con el abismo, al borde de un precipicio en mitad de una tormenta, y su única salvación era un puente colgante que pendía prácticamente de un hilo. Tenía que medir muy bien sus siguientes pasos... o el vendaval la arrojaría a su muerte.
—Así es, Arashikage-sama —confesó, agachando la cabeza—. Yo ya me había enfrentado antes a un General, sé lo poderosos que pueden llegar a ser... Como Guardiana del Gobi —le costó un mundo pronunciar aquel calificativo—, no podía dejar que el Guardián de Uzushiogakure corriera la misma suerte que yo y terminara con el sello revertido. O algo peor. Por eso decidí acudir con Daruu para prestar mi apoyo.
«Nos va a matar. Nos va a matar. Nosvaamatar. Nosvaamatarnosvaamatarnosvaamatarnosvaamatar...»
Y entonces su sonrisa se ensanchó, como una hilera de afilados cuchillos apuntando directamente a sus cuellos...
—Así que llegasteis, visteis y vencisteis —repitió las palabras de Daruu, y de repente soltó una estruendosa carcajada—. ¡Con un par de huevos y muchos ovarios, ¿eh?! ¡No esperaba menos de mis dos ninjas más prometedores, hostia!
¡BAM!
El golpetazo que su puño dio en la mesa hizo que Ayame pegara un brinco en el sitio. Los papeles saltaron por la inercia. Y la Arashikage seguía riéndose a mandíbula batiente.
—A un puto General. ¡Así me gusta, coño! Ya era hora de tumbar a uno de esos hijos de puta. Y no podía ser por otra mano que la nuestra. Bueno, bueno, quiero un informe detallado de cómo sucedió todo y… Un momento —Yui se detuvo un momento. La euforia se apagó de repente en su rostro.
«Oh, oh...»
—¿Tú también fuiste, Ayame? ¿Fuiste directa a un General siendo como eres la Guardiana del Gobi?
Allí estaba. Ayame se encontró cara a cara con el abismo, al borde de un precipicio en mitad de una tormenta, y su única salvación era un puente colgante que pendía prácticamente de un hilo. Tenía que medir muy bien sus siguientes pasos... o el vendaval la arrojaría a su muerte.
—Así es, Arashikage-sama —confesó, agachando la cabeza—. Yo ya me había enfrentado antes a un General, sé lo poderosos que pueden llegar a ser... Como Guardiana del Gobi —le costó un mundo pronunciar aquel calificativo—, no podía dejar que el Guardián de Uzushiogakure corriera la misma suerte que yo y terminara con el sello revertido. O algo peor. Por eso decidí acudir con Daruu para prestar mi apoyo.