21/01/2020, 16:30
(Última modificación: 21/01/2020, 20:21 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
—Bueno, yo también me he enfrentado a cosas peores que un jabalí —dijo Daruu, encogiéndose de hombros—, pero te aseguro que ese cabrón era fuerte. Y me imagino que tu cocodrilo también. No te quites mérito.
Los shinobi siguieron charlando para saber cómo les había ido en este tiempo en el que apenas habían hablado, evitando cualquier tema de conversación que les llevase a revelar información reservada de sus aldeas. Pronto tuvieron que descabalgar de sus falsos caballos y se internaron en el Valle de los Dojos a través del estrecho entre las montañas. Como siempre, el Valle estaba hermoso. El País del Fuego era un territorio con el clima templado y solía gozar de hierbas y árboles verdes, pero aquél micropaís era también un microclima. El cielo plagado de pequeñas nubes blancas era una maravilla, sobretodo para alguien que venía de la Tormenta. Daruu se detuvo un momento para respirar profundamente con los ojos cerrados. Extendió los brazos y dejó que el viento acariciara sus cabellos. Su coleta y sus trenzas ondearon, alegres, y el muchacho exhibió una sonrisa. Lo mejor de todo era el silencio.
—Hace muchísimo tiempo que no vengo aquí —confesó a Daigo—. Puede que desde el Torneo. Resulta reconfortante. Eh, ¿recuerdas ese sitio? —Señaló el campo de troncos cortados que a lo lejos albergaba a dos samurái practicando con sendos bokken—. Ahí es donde nos pegó una paliza aquella chica que no podía participar en los combates. Me pregunto qué tal le irá.
»¿Buscamos un dojo libre? —dijo, y comenzó a caminar por la inmensidad del Valle.
Los shinobi siguieron charlando para saber cómo les había ido en este tiempo en el que apenas habían hablado, evitando cualquier tema de conversación que les llevase a revelar información reservada de sus aldeas. Pronto tuvieron que descabalgar de sus falsos caballos y se internaron en el Valle de los Dojos a través del estrecho entre las montañas. Como siempre, el Valle estaba hermoso. El País del Fuego era un territorio con el clima templado y solía gozar de hierbas y árboles verdes, pero aquél micropaís era también un microclima. El cielo plagado de pequeñas nubes blancas era una maravilla, sobretodo para alguien que venía de la Tormenta. Daruu se detuvo un momento para respirar profundamente con los ojos cerrados. Extendió los brazos y dejó que el viento acariciara sus cabellos. Su coleta y sus trenzas ondearon, alegres, y el muchacho exhibió una sonrisa. Lo mejor de todo era el silencio.
—Hace muchísimo tiempo que no vengo aquí —confesó a Daigo—. Puede que desde el Torneo. Resulta reconfortante. Eh, ¿recuerdas ese sitio? —Señaló el campo de troncos cortados que a lo lejos albergaba a dos samurái practicando con sendos bokken—. Ahí es donde nos pegó una paliza aquella chica que no podía participar en los combates. Me pregunto qué tal le irá.
»¿Buscamos un dojo libre? —dijo, y comenzó a caminar por la inmensidad del Valle.
![[Imagen: K02XwLh.png]](https://i.imgur.com/K02XwLh.png)