21/01/2020, 17:43
La jugada parecía haberle salido a pedir de boca; Daiku tenía el hombro dislocado y un lindo plantillazo en todo el lomo, Raito no había podido ejecutar su ofensiva y además su maniobra de distracción había salido a pedir de boca. Sin embargo, el Kage Bunshin no bajaba la guardia, pues conocía a su antiguo sensei y sabía que era un tipo con recursos. Implacable como un perro de presa —«y con el humor de uno»—, eficaz, letal. Aquel tipo era como una espada bien equilibrada y afilada. No podías darle ni una sola apertura, porque se clavaba entre las costillas directo al corazón.
Akame guardó silencio, en principio, a las palabras de Raito. Incluso aunque una voz en su cabeza le gritaba que debía machacar a ese tipo, desahogarse con él, destrozarle y enviar sus pedacitos a Uzushiogakure, él no se movió del sitio. Encajó las palabras de su antiguo sensei y se limitó a contestar con una declaración de intenciones precisa y autoritaria.
—Viviréis por esta vez —enunció, serio—. Por los viejos tiempos, Raito-sensei. Una y no más.
No hubo tiempo de más réplicas. El Sharingan de Raito volvió a cambiar, manifestando el poder de uno de sus Mangekyō —justamente el que Akame no conocía— para atacarle con lo que parecía un elaborado jutsu de Raiton. El Kage Bunshin no hubiera podido evitarlo ni aunque quisiera, pues no tenía noción de lo que estaba ocurriendo hasta que ya era demasiado tarde. Recibió el calambrazo en la pierna y, con una mueca similar a un "oh", se desvaneció en una nube de humo.
Raito y Daiku quizás pasaran un tiempo buscando al verdadero Akame por el claro. Aquí o allá, en el cielo o bajo la tierra que pisaban sus pies; el depredador podía estar en cualquier parte. Pero lo cierto era que, para cuando quisieran mirar adentro de la fisura que el propio renegado había creado con su técnica, él ya no estaría... Y la legendaria serpiente del Lago de las Ningyos tampoco.
Akame apareció en la entrada de la Garganta de la Serpiente... Con el cuerpo inerte de aquella serpiente a su lado. El Uchiha jadeaba profusamente, pero no permitió que aquello le frenara. Desenvainó su katana y, empuñándola con ambas manos, descargó un tajo de arriba a abajo para segar la cabeza de aquella bestia.
Luego la ataría con hilo y la arrastraría adentro, hacia las profundidades donde le aguardaba Shikage.
Akame guardó silencio, en principio, a las palabras de Raito. Incluso aunque una voz en su cabeza le gritaba que debía machacar a ese tipo, desahogarse con él, destrozarle y enviar sus pedacitos a Uzushiogakure, él no se movió del sitio. Encajó las palabras de su antiguo sensei y se limitó a contestar con una declaración de intenciones precisa y autoritaria.
—Viviréis por esta vez —enunció, serio—. Por los viejos tiempos, Raito-sensei. Una y no más.
No hubo tiempo de más réplicas. El Sharingan de Raito volvió a cambiar, manifestando el poder de uno de sus Mangekyō —justamente el que Akame no conocía— para atacarle con lo que parecía un elaborado jutsu de Raiton. El Kage Bunshin no hubiera podido evitarlo ni aunque quisiera, pues no tenía noción de lo que estaba ocurriendo hasta que ya era demasiado tarde. Recibió el calambrazo en la pierna y, con una mueca similar a un "oh", se desvaneció en una nube de humo.
Raito y Daiku quizás pasaran un tiempo buscando al verdadero Akame por el claro. Aquí o allá, en el cielo o bajo la tierra que pisaban sus pies; el depredador podía estar en cualquier parte. Pero lo cierto era que, para cuando quisieran mirar adentro de la fisura que el propio renegado había creado con su técnica, él ya no estaría... Y la legendaria serpiente del Lago de las Ningyos tampoco.
—
«Zzzzzzup.»
Akame apareció en la entrada de la Garganta de la Serpiente... Con el cuerpo inerte de aquella serpiente a su lado. El Uchiha jadeaba profusamente, pero no permitió que aquello le frenara. Desenvainó su katana y, empuñándola con ambas manos, descargó un tajo de arriba a abajo para segar la cabeza de aquella bestia.
Luego la ataría con hilo y la arrastraría adentro, hacia las profundidades donde le aguardaba Shikage.