21/01/2020, 19:59
(Última modificación: 21/01/2020, 20:09 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
¡BAM!
Aún con los ojos cerrados, Ayame sintió el golpe a la mesa como si se lo hubiese dado a ella. Asustada, entreabrió los ojos a tiempo de ver cómo varios de los documentos que había sobre la mesa caían al suelo como hojas de otoño.
—¡Maldita sea, Ayame! —exclamó, enfadada—. Hace menos de un mes que te dije que lustrases tu voluntad, que creyeses en ti misma, y que te ascendí a chūnin. Pero, mírate, ¡vales para mucho más que eso!
La pobre Ayame tragó saliva, intentando deshacer el nudo que acababa de atenazar su garganta.
—Francamente, Ayame, eres una de las kunoichis más poderosas que tiene Amegakure no Sato. Sin tapujos lo digo —le dijo—. Y aunque acabas de ser recién ascendida, estás haciendo muchos números para aspirar a algo más.
¡Espera! ¿Acaso estaba insinuando...?
—Pero un jōnin de Amegakure no Sato no tiene miedo a decir lo que piensa. Un jōnin de Amegakure no Sato jamás teme a llamar a las cosas por su nombre —continuó. Y la ilusión se desinfló en su pecho tan rápido como había aparecido.
—Lo siento, Arashikage-sama... —murmuró, agachando la mirada.
Yui suspiró, y la tensión a su alrededor pareció relajarse. La tormenta parecía haber pasado, al menos por el momento. Pero las sorpresas no acababan ahí.
—Daruu, en la próxima reunión que mantenga con la Alianza pienso recomendar tu inmediata incorporación a los Protectores del Pacto —soltó, de golpe y porrazo—. Y con recomendar me refiero a que yo hablaré, el resto asentirá, y asunto arreglado. Les vendrá bien alguien con verdadera experiencia asesinado Generales. Y tanto tus ojos como tus marcas de sangre serían de tremenda utilidad. Eres el mejor posicionado para rastrear, investigar, y ejecutar a esos hijos de puta. Y también para proteger a los Guardianes. Así que ese es tu lugar.
»Ayame, la próxima vez que Datsue avise, te vienes para aquí. Deja una marca de sangre en la misma entrada del edificio, si hace falta. Y enviaremos refuerzos inmediatos a través de vuestra técnica. ¡Yo misma iré, si hace falta! ¡Juntas! —exclamó, llena de júbilo. Y Ayame se sintió desfallecer. ¿Ella? ¿Luchando mano a mano con alguien como Yui? ¿Era eso posible? Se mareaba de solo pensarlo—. Juré proteger a ese cabronazo, y no me importaría cortar las cabezas de unos cuantos Generales.
»Bien, pues ahora os vais a un despacho y me redactáis un informe completo de todo lo ocurrido y los detalles que sepáis de ese General. Mientras tanto yo haré una llamada al viejo —concluyó—. Nos vemos en la puertas del edificio en diez minutos.
Pero Ayame no se movió inmediatamente del sitio. En su lugar, respiró hondo, conteniendo el aire en los pulmones. Estaba a punto de lanzarse de cabeza a la tormenta, y ni sus alas de agua le serían de ayuda para soportarla.
—Yui-sama... —comenzó a hablar. Yui acababa de decirle que dijera las cosas con franqueza, así que allí iba la primera prueba—. No es mi intención cuestionar sus órdenes, pero... la técnica de teletransporte consume mucha energía. Más cuanta mayor es la distancia que quiero recorrer, y más si llevo a otras personas conmigo. En esta ocasión hemos tenido que teletransportarnos a la otra punta del continente. De haberme llevado a alguien más, habría llegado allí arrastrándome y sólo habría sido un blanco fácil para el General. Además, habríamos perdido mucho tiempo viniendo hasta aquí para pedir refuerzos. Cuando llegamos, tanto Uzukage-dono como Datsue estaban casi en las últimas. Supongo que esperó hasta el último momento para pedir nuestra ayuda...