21/01/2020, 20:51
Cuando oyó aquel nombre, el joven Uchiha quiso echarse a reír. Quiso llenar aquella oscuridad con sus carcajadas y proclamar a los cuatro vientos que él había ganado; ¿Kyuutsuki? Claro, de ser casi cualquier otra persona en Oonindo, a Akame aquel nombre no le habría dicho nada. Y lo hubiera tenido aun peor para encontrarla; ¿cómo demonios iba nadie a llegar hasta la espía de espías de Dragón Rojo? Ah, dulce ironía. Parecía que después de tantas desgracias, después de colocar tantas pruebas en su camino y de reírse de él, de condenarle al exilio y al ostracismo... Al final, los dioses le hacían un regalo.
El Uchiha curvó sus labios en una sonrisa. Fue inevitable.
—Muy bien, Shikage —accedió, mirando a aquella bestia a los mismísimos ojos. No tenía miedo. No ahora—. Cumpliré con tu segundo requerimiento. ¿Qué mensaje debo darle de tu parte cuando encuentre a esta persona?
Akame escogía las palabras con cuidado.
El Uchiha curvó sus labios en una sonrisa. Fue inevitable.
—Muy bien, Shikage —accedió, mirando a aquella bestia a los mismísimos ojos. No tenía miedo. No ahora—. Cumpliré con tu segundo requerimiento. ¿Qué mensaje debo darle de tu parte cuando encuentre a esta persona?
Akame escogía las palabras con cuidado.