22/01/2020, 01:50
—No hay peor o mejor para estas cosas —replicó Kōri, aparentemente tan calmado como siempre. Continuemos. —No obstante, el brillo en los ojos del Hielo no dio lugar a dudas: sentía tanta repulsión como él.
—Sígueme, estoy viendo a otros dos —dijo Daruu, con la mirada clavada en el infinito.
Ayame y Yokuna permanecían agazapados en sendas ramas de árbol. El campamento que debían atacar estaba a apenas unos metros de ellos. A través del follaje, pudieron ver dos tiendas de campaña, dos personas agazapadas calentándose las manos en una rudimentaria hoguera y otro exiliado que ahora se levantaba y se separaba del grupo, dirigiéndose hacia ellos, pero sin levantar la vista lo suficiente como para percatarse de su presencia.
Mediante lengua de signos, Yokuna lanzó este mensaje a Ayame: Distrae a los de la hoguera y elimino a este sin que se enteren. O elimina a este si tienes forma de que no se enteren los de la hoguera.
—Sígueme, estoy viendo a otros dos —dijo Daruu, con la mirada clavada en el infinito.
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Ayame y Yokuna permanecían agazapados en sendas ramas de árbol. El campamento que debían atacar estaba a apenas unos metros de ellos. A través del follaje, pudieron ver dos tiendas de campaña, dos personas agazapadas calentándose las manos en una rudimentaria hoguera y otro exiliado que ahora se levantaba y se separaba del grupo, dirigiéndose hacia ellos, pero sin levantar la vista lo suficiente como para percatarse de su presencia.
Mediante lengua de signos, Yokuna lanzó este mensaje a Ayame: Distrae a los de la hoguera y elimino a este sin que se enteren. O elimina a este si tienes forma de que no se enteren los de la hoguera.